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Protegidos frente a la emergencia

Prioridades, principios y prácticas en la protección de la infancia frente a catástrofes naturales y conflictos

Los conflictos armados y los cada vez más frecuentes desastres naturales siguen marcando las vidas de los niños. En todo el mundo existen hoy entre 250 y 300 millones de niños afectados por crisis humanitarias y desastres que, cada vez más, proceden de zonas urbanas o permanecen en ellas. Son niños también cerca de la mitad de los aproximadamente 24,5 millones de personas desplazadas internamente debido a los conflictos en el mundo. Se calcula que entre 250.00 y 300.000 niños están siendo empleados bien por fuerzas armadas gubernamentales o por grupos armados opositores en, al menos 13 países.

El informe Protección de la infancia en emergencias detalla la perspectiva actual sobre los principales peligros a los que los menores se enfrentan en situaciones de emergencia y cómo abordarlos tomando como referencia estrategias y programas ya implementados.

Independientemente de que sean desplazados internos o refugiados; que su situación sea el resultado de una guerra, una revuelta civil o un desastre natural; que todo suceda en un ambiente rural, semi rural o urbano, la vulnerabilidad de un niño o niña es sumamente alta en este tipo de contextos. Las familias sufren múltiples y graves trastornos: las pérdidas de sus hogares y formas de sustento y, con frecuencia, la pérdida de su autonomía y dignidad al intentar obtener ayuda y apoyo humanitario.

Cada uno de los riesgos a los que se exponen los niños en una emergencia exigen programas e intervenciones que deben adaptarse siempre a sus circunstancias."

Con un futuro incierto, episodios repetidos de estrés emocional y un acceso mínimo a la educación, los niños corren el riesgo de sufrir abusos sexuales y explotación, maltrato infantil, la separación de sus familias, trastornos psicosociales, violencia de género, explotación económica, reclutamiento por parte de grupos armados y otros tipos de daños. Frente a cada una de estas situaciones, las intervenciones tienen que situar siempre a los niños en el centro.

El campo de desplazados de Jalalabad, en Afganistán, alberga a más de para 30.000 personas. A través de programas de formación, preparamos a movilizadores sociales locales para que impartieran talleres con los padres y madres en el campo. Los talleres se centraban en los derechos de los niños, en su bienestar y desarrollo y en cómo atender sus necesidades frente a situaciones de angustia. En esos espacios, los padres encontraban un lugar en los que compartir sus propias frustraciones y darse cuenta de que podían ayudarse los unos a los otros. Muchos habían estado tan centrados en sus propios problemas que no eran capaces de ver las necesidades de sus hijos y algunos contaban que o bien se habían vuelto agresivos o muy callados. Los movilizadores sociales ayudaron a organizar a los padres en grupos de actividades o de juegos para los niños; los que tenían experiencia en la enseñanza organizaron incluso clases no regladas. Les apoyamos también con los materiales, construimos un alojamiento adecuado para las clases y las actividades en cada sección del campo y proporcionamos equipamiento deportivo y juguetes. Los niños y las niñas recibían más atención y supervisión adulta, igualmente las actividades de ocio organizadas y las clases no formales les proporcionaban una rutina diaria que les ayudaba a superar parte de la angustia que sentían por verse desplazados.

Intervenciones como esta responden para nosotros a una serie de enfoques que seguimos en nuestra respuesta a las situaciones de emergencia. El marco de los derechos del niño, el trabajo con comunidades locales, los vínculos entra la protección y otros sectores y la concatenación entre prevención, preparación y reducción del riesgo, son algunas de las premisas en nuestro trabajo.

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