Infancias Invisibles
Menores extranjeros no acompañados, víctimas de trata y refugiados en España
La migración es positiva, es enriquecedora para las sociedades y para los individuos. La historia de las naciones se ha forjado al calor de migrantes que han traído nuevas ideas y energías, crecimiento económico y enriquecimiento cultural.
Lo mejor que los países de origen dan a los receptores son sus gentes. Igual que son jóvenes cualificados los que abandonan ahora España, durante años hemos recibido a los más formados de las sociedades de origen, a los más emprendedores. Y de entre estas personas, lo mejor de lo mejor, su presente y su promesa de futuro: sus niños y niñas.
El número de niños y niñas que hoy en día se mueven cruzando fronteras aumenta. El incremento de las desigualdades y los conflictos o el impacto del calentamiento global contribuyen a que más menores de edad abandonen sus comunidades con la esperanza de una vida mejor, mejores empleos, educación y servicios básicos; o bien escapando de la pobreza, el abuso o la violencia. Además, son niños cada vez más jóvenes: del 2000 al 2015, los migrantes menores de 4 años aumentaron en un 41%.Los flujos migratorios se han vuelto más complicados; se mezclan personas que escapan de conflictos o de violaciones de derechos, con las que huyen de la pobreza y buscan mejorar sus condiciones de vida; se diluye, por tanto, la distinción entre personas refugiadas, migrantes y otros grupos especialmente vulnerables, como pueden ser las víctimas de trata.
Por qué y cómo migran estos niños y niñas
La infancia migra por diferentes razones, idealmente de forma voluntaria, pero también hay niños y niñas que dejan su casa forzados por sus circunstancias. Viajan dentro de sus países o entre países, acompañados de sus padres o solos, y las oportunidades que les abre un mundo nuevo vienen acompañadas por riesgos: riesgo de ser explotados sexual o económicamente, riesgo de sufrir abuso, abandono o violencia, o un cuidado inadecuado que vulnere sus derechos. Pero no debemos centrar el debate solo en los riesgos sino el los beneficios de la migración como ser capaz de salvar la propia vida, evitar caer en la esclavitud o en un matrimonio forzado, conseguir una vida digna, una educación.
Para entender más por qué y cómo migran estos niños y niñas en Save the Children hemos preparado el informe Infancias Invisibles. Además analizamos cómo, en el contexto europeo, ni el Estado español ni las Comunidades Autónomas los protegen como debieran. El Estado español no está cumpliendo plena ni satisfactoriamente con sus obligaciones legales respecto a estos grupos; está vulnerando algunos de sus derechos tanto por acción como por omisión. Se antepone su condición de inmigrantes a la de ser menores de edad, y existen contradicciones entre las leyes y prácticas dirigidas a controlar los flujos migratorios y las que tienen como fin proteger a niños y niñas.
Os queremos contar más de estos tres grupos que sufren y que están aquí, en nuestras ciudades, en nuestras calles. Y a los que no vemos. O no queremos ver.
Menores extranjeros no acompañados
Hay niños que llegan a nuestro país, de paso o para quedarse, sin nadie que les cuide. El Estado tiene la obligación de protegerlos, ser su tutor legal y asegurarles una educación. Pero la situación en la que se encuentran, ya sea bajo tutela o sobreviviendo en la calle, vulnera en la mayoría de los casos sus derechos.
La historia de Samuel
Samuel nació a cinco países inmensos de distancia de España y a más de 5.600 kilómetros. Samuel es de Camerún, y empezó a viajar rumbo a Europa siendo un niño. Entró en nuestro país de forma irregular y llegó a Madrid con un pasaporte legal donde se lee perfectamente que Samuel sigue siendo menor de edad.
Acompañado de otros chicos africanos, durante una identificación policial en la calle, Samuel exhibió la documentación que acreditaba su minoría de edad. Por eso fue puesto a disposición del sistema de protección de menores de edad y pasó a vivir en un centro con otros niños. Sin embargo, a los tres días de estar en el centro, llevaron a Samuel a un hospital donde le iban a hacer una prueba médica para determinar su edad.
El resultado de las pruebas no se hizo esperar. Según las pruebas médicas Samuel no era menor de edad y, en consecuencia, no podía seguir en el centro de menores. Donde quisiera ir ya no era problema del sistema de protección de menores.
Hoy tiene dos documentos que no entiende: un pasaporte, que dice el día exacto en el que nació, y un decreto de la Fiscalía de Extranjería que dice que, según las pruebas médicas realizadas, es mayor de edad. En diciembre cumplirá 18 años.
Qué pasó y qué debería haber pasado
La historia de Samuel es la de miles de niños que vienen solos a España y acaban durmiendo en la calle. Llegar a la península significa jugarse literalmente la vida, y al cumplir 18 años, estos niños y niñas no cuentan con casi opciones para mantenerse. En Save the Children sabemos que esto no tiene por qué ser así, que puede ser de otra forma: fomentando la protección, integración y formación de los menores extranjeros no acompañados.
Víctimas de trata
Se anuncian cada día en los periódicos y caminan por nuestras calles, pero la policía solo localizó a 17 niñas en 2014 víctimas de trata con fines de explotación sexual. Se calcula que en nuestro país hay unas 45.000 entre adultas y menores de edad. No existen sistemas de protección y recursos especializados para estas menores víctimas que además, muchas veces, acaban convertidas en madres de niños y niñas también invisibles.
La historia de Cristina
Cristina nació en Rumanía. Con 17 años, conoció a Ionut, un hombre mayor que ella, casado y con un hijo que la hizo creer que era el amor de su vida.
Decidieron irse juntos a España a pasar unas vacaciones visitando a unos amigos. Tuvieron que falsificar la documentación de Cristina para hacerla pasar por mayor de edad. Llegaron a España y se fueron de compras. Ionut la empezó a obligarla a vestir ropas mucho más cortas de las que ella estaba acostumbrada a llevar. Poco después Ionut le dijo que ya no le quedaba dinero y que tenía que ganarlo para él ejerciendo la prostitución en un club.
Entre nervios y terror, Cristina se negó y lloró. Al no ceder, Ionut le enseñó a través de los golpes que era él quien mandaba. Cuando al día siguiente la llevó a otro club y Cristina volvió a negarse, Ionut decidió dejarla encerrada y obligarla a beber constantemente agua con sal. Después de días de palizas, sin darla comida ni agua que no estuviera salada, Ionut consiguió lo que quería.
Meses más tarde, Cristina lograría escapar gracias a la ayuda de un matrimonio que escuchó sus gritos pidiendo auxilio tras la puerta que Ionut había cerrado con llave. Tras denunciar los hechos en comisaría y pasar una estancia en el hospital recuperándose de las palizas y de los problemas ocasionados por todo el agua con sal ingerida, Cristina fue trasladada al piso de protección. El proceso de recuperación de Cristina fue largo y duro, le costó aceptar que la persona que ella quería la había prostituido y golpeado brutalmente.
Sin la protección adecuada, se vuelve a la explotación
Los últimos datos publicados por Naciones Unidas, apuntan que el 33% de las víctimas de todas las formas de trata detectadas entre 2010 y 2012 eran menores de edad, un 5% más que en periodo anterior. Ellas son niñas invisibles a las que ni encontramos, ni identificamos, ni protegemos, ya que no existen centros específicos para víctimas de trata menores de edad que han sido explotadas sexualmente. ¿Qué opciones tienen estas niñas? Sin la protección adecuada, la mayoría acaba volviendo a ser explotadas, repitiendo el ciclo vivido anteriormente.
Refugiados
A pesar de que 3.754 niños y niñas solicitaron asilo en España en 2015, el sistema no está adaptado a las necesidades de estos niños. Muchas familias se ven obligadas a separarse por distintas razones, y no se facilita que los niños se reúnan con sus padres o familiares.
La historia de Khama y su familia
Khama y su familia huyeron de Kobani ante la presión del Gobierno sirio y los ataques de Estado Islámico. Optaron por la ruta de la frontera sur. Pagaron 3.000€ por todos los billetes de avión de Turquía a Argelia. Allí su marido trató de encontrar trabajo pero no tuvo suerte, de manera que siguieron la ruta hasta Marruecos, donde su marido sigue intentando ganarse la vida. Por su parte, Khama y sus hijos de 15, 12 y 10 años continuaron el viaje y cruzaron la frontera hacia Melilla.
Khama y sus niños llevan dos meses en el Centro de Estancia Temporal para Inmigrantes (CETI). La madre está preocupada porque sus hijos no reciben educación. Su plan es ir hasta Suecia, encontrar trabajo y mandarle dinero a su marido.
Nuestro objetivo es salvar a nuestros hijos y darles un futuro. Siguen emocionalmente muy vinculados a casa, a sus amigos. No hay nada peor que tener que abandonar tu tierra. Los niños por la noche no dormían por las bombas”
Familias rotas
Cuando las familias salen huyendo de su país de origen, en muchos casos tienen que separarse para poder alcanzar un destino seguro. Esto supone añadir un objetivo más a su viaje: volver a estar unidos, y no sucede hasta que los solicitantes de asilo no cuentan con el esatuto de refugiados y pueden solicitar la reunificación familiar.
En teoría, además de un sitio donde vivir, a las personas refugiadas se les debe proporcionar apoyo en los trámites administrativos, asesoramiento legal, formación y/o insercción laboral, clases de lengua y atención psicológica que facilite su integración. Pero desgraciadamente, igual que ocurre con los recursos de acogida, los de integración son claramente insuficientes, poco exitosos y no adaptados a las familias con niños y niñas.
La Europa fortaleza
Antes de que empezara la guerra en Siria vivían 22 millones de personas. Cinco años después solo 11. En este viaje a ninguna parte en busca de refugio y protección, a los sirios se unen los afganos, iraquíes o los eritreos. En este contexto algo más de un millón de personas llegaron a Europa en 2015, la gran mayoría cruzando el Mediterráneo.
Las vallas que Europa pone podrán ser cada día más altas o las concertinas más afiladas, pero eso no importa. Si algo parece no aprender la Unión Europea es que el camino será más largo y doloroso. Al final se abrirán nuevas, más difíciles y peligrosas vías de entrada, pero las migraciones no van a cesar.
Proteger a las Infancias Invisibles
España debe proteger a estos niños y niñas extremadamente vulnerables. Para ello hacen falta recursos, pero sobre todo voluntad política para cumplir con las obligaciones, legales y morales, que se comprometan a tomar todas las medidas necesarias para garantizar su protección y derechos, y tratarlos como lo que son, niños y niñas.
Este informe pretende visibilizar la situación de los menores extranjeros no acompañados, las víctimas de trata y los refugiados, pero sobre todo pretende lanzar una serie de recomendaciones que hagan que estos niños y niñas tengan la posibilidad de ser lo que ellos realmente quieran llegar a ser.
Puedes descargarte el PDF del informe "Infancias Invisibles"