- Oksana dice que el pelo de su hija de ocho años ha empezado a encanecer por el estrés
- “Quiero la paz", dice Masha, de 9 años, cuando le preguntan qué quiere por Navidad.
- Fotógrafas ucranianas captan las vidas tanto de los niños y niñas que huyeron como de los que se quedaron en el país
Fotos: https://www.contenthubsavethechildren.org/Package/2O4C2SDBWU4X
Vídeo: https://www.contenthubsavethechildren.org/Package/2O4C2SDBW6ZD
Kyiv / Madrid, 19 de diciembre de 2022- Desde una niña de ocho años cuyo pelo ha empezado a encanecer hasta una niña de nueve que ha puesto la paz en lo más alto de su lista de deseos navideños: una nueva e impactante serie fotográfica ha documentado las vidas de niños y niñas y sus familias que viven en Ucrania, Rumanía y el Reino Unido mientras se acercan las Navidades viviendo en una zona de guerra o como refugiados en Europa.
Las renombradas fotógrafas ucranianas Anastasia Vlasova, Alina Smutko y Nina Sologubenko han captado la vida cotidiana de los menores, así como sus esperanzas y sueños, mientras afrontan el final del año en su nueva realidad.
Sus imágenes muestran el impacto de casi 10 meses de guerra, que han devastado las vidas de 7,5 millones de niños y niñas de Ucrania. La ONU calcula que los constantes ataques aéreos, misiles y bombardeos se han cobrado la vida de más de 400 menores y han dejado a más de 700 con heridas que les han cambiado la vida desde febrero. Es probable que la cifra real sea mucho mayor.
La guerra en Ucrania ha desencadenado la mayor crisis de refugiados en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. Como consecuencia, millones de niños ucranianos pasarán estas Navidades lejos de su hogar, su familia y sus seres queridos.
Casi 8 millones de ucranianos y ucranianas han huido a países europeos, y se calcula que el 40% de ellos son niños. De los que se han quedado en el país, unos 6,5 millones de personas han huido de sus hogares debido al conflicto y ahora son desplazados internos. Muchos se enfrentan a un invierno de penurias y sufrimiento, soportando temperaturas bajo cero, apagones y falta de cobijo.
Krhystyna, de 8 años, de Bucha, en Kiev, pasó entre 5 y 6 horas seguidas en un sótano helado con su familia durante el punto álgido del conflicto, mientras llovían misiles y bombas sobre su pueblo. Su madre, Oksana, dice que el pelo de su hija ha empezado a encanecer por el estrés de lo que tuvo que soportar, y llora cuando se lo trenza: "Mi hija mayor sólo tiene 8 años y ya tiene canas. No se lo digo, pero cuando le trenzo el pelo se me saltan las lágrimas, porque es una niña pequeña y ha visto cosas que no debería". Y añade: "Daba mucho miedo estar en el sótano sabiendo que, si no fuera por Dios, estarías sepultada bajo los escombros. En ese momento no te preocupas por ti, sino por tus hijos".
Kryshtyna sabe que esta Navidad será muy diferente a la de años anteriores, ya que intentan recuperarse del trauma de lo ocurrido en su comunidad.
Fotografías de angustia y esperanza
La serie fotográfica capta la angustia de dejar atrás a la familia y los amigos en Ucrania y el reto de empezar una vida en un nuevo país, pero también la esperanza, el apoyo y la generosidad de la gente en los países de acogida de refugiados.
Karina, de 12 años, y su familia han tenido que abandonar sus hogares dos veces durante el conflicto: en 2014 huyeron de los combates en Donetsk y este año, cuando cayeron misiles cerca de su casa en Odessa. Encontraron refugio en el norte de Rumanía, donde reciben apoyo en el centro de Save the Children para refugiados de Ucrania. "He conocido a todos mis amigos allí: organizan viajes, regalan cupones, aportan comida, agua, ropa. Tienen muchas ganas de ayudar", dice Karina. Cuando se le pregunta por la Navidad, dice: "Va a faltar algo, ya sabes, el ambiente de la Navidad ucraniana".
Masha, de nueve años, huyó con su familia de Kiev en junio, cuando la capital fue atacada, y ahora vive en una ciudad costera del Reino Unido. Dejó a su padre en Kiev y lleva más de seis meses sin verlo. Dice que esta separación es el mayor reto al que se enfrenta la familia. "Me gustaría que mi padre viniera aquí, o al menos hablar con él por teléfono", dice Masha. "Dice que todo lo que dibujo puede hacerse realidad. Así que hice un dibujo para que estuviéramos juntos, para que estuviéramos en la playa el próximo verano... Y cuando lo dibujaba, me sentía feliz", añade. Cuando le preguntaron qué quería para Navidad, Masha respondió: "Quiero paz".
Sonia Khush, directora nacional de Save the Children en Ucrania, afirma: "Durante casi 10 meses, los niños y niñas han visto cómo sus hogares y escuelas eran atacados, y se han visto separados de sus familias y amigos al huir de los combates. No se puede subestimar el coste psicológico de vivir en guerra constante. Los niños pueden ser increíblemente resistentes, pueden afrontar sus miedos, aprender a sobrellevarlos y empezar a recuperarse, pero necesitan apoyo”. Y añade: "Cada mes que dura este conflicto se producen nuevos episodios de violencia contra la infancia, hasta ahora inimaginables. Esta debe ser la última Navidad que los niños y niñas de Ucrania vivan bajo ataques o en países de acogida, lejos de casa".
Save the Children en esta emergencia
Save the Children lleva operando en Ucrania desde 2014, entregando ayuda humanitaria a los niños y sus familias. La organización y sus socios locales están proporcionando refugio, alimentos, dinero en efectivo, combustible, apoyo psicológico y kits para bebés e higiene a las familias desplazadas. La ONG también está trabajando en Rumanía, respondiendo a las necesidades de protección y bienestar psicosocial de los niños y de la población afectada trabajando a través de centros de asesoramiento integrados y equipos móviles que proporcionan información inicial, apoyo psicosocial y conexión con las autoridades locales a través de derivaciones. En la actualidad, Save the Children Rumanía gestiona ocho centros de asesoramiento.
La ONG apoya a las familias refugiadas de toda Europa y ayuda a los niños y niñas a acceder a los servicios que necesitan, tanto en los países de tránsito como los de destino.