Material gráfico para medios de los estudiantes: https://t.ly/gURcO
Visita del director general de Save the Children España a la zona: https://t.ly/PWUK5
Kiev, 17 de julio de 2023. Tras completar 11 años en un centro educativo cerca de Kiev, un grupo de estudiantes ucranianos ha optado por abstenerse de las festividades de graduación este año, su instituto está destrozado tras más de un año guerra.
Save the Children ha fotografiado y entrevistado a estos estudiantes, creando un anuario virtual con sus esperanzas y aspiraciones. La ubicación exacta y el nombre de la escuela no se revelan por protección o por la seguridad de los chicos y chicas implicados.
Desde la escalada del conflicto en febrero de 2022, más de 3.300 centros educativos han resultado dañadas o destruidas en Ucrania. Aunque a muchos estudiantes con los que la organización ha hablado no les apetecía celebrar la graduación en una escuela dañada por los combates, la mayoría seguía siendo optimista para el año que empieza y para sus futuros estudios y carreras.
En marzo de 2022, tanques, vehículos blindados y hombres armados entraron en este pueblo al noreste de Kiev: "Los residentes estaban aterrorizados. Se oían fuertes ruidos y disparos por todas partes, incluso disparaban a algunas de las personas que intentaban escapar", cuenta Lyudmila, la directora del instituto.
Antes de la guerra a gran escala, la escuela de Lyudmila era un edificio recién renovado que acogía a 400 alumnos y alumnas, donde cada profesor y profesora tenía un ordenador portátil y cada aula estaba equipada con lo último en material educativo.
Ahora sólo quedan cenizas, escombros y los restos de un autobús escolar que recogía a los chicos y chicas de un pueblo cercano. Al parecer, las fuerzas de ocupación incendiaron la escuela mientras huían de la zona.
Sin escuela, y mientras las hostilidades obligaban a las familias a dispersarse por distintas ciudades e incluso al extranjero, los estudiantes no tuvieron más remedio que terminar el curso académico de forma online. Cuando las clases se reanudaron en septiembre en una institución cercana, a pesar de que los combates en su zona habían cesado, muchos alumnos temían volver.
"Cuando ofrecimos reanudar el aprendizaje presencial por primera vez, muchos padres y madres no querían dejar que sus hijos e hijas fueran a la escuela. Tenían miedo, sobre todo los del pueblo vecino, que sufría constantes ataques aéreos. En cuanto empezaba el ataque aéreo, los familiares iban en coche a recoger a sus hijos e hijas a la escuela", cuenta Lyudmila.
Consciente de estos temores, Save the Children convirtió un edificio de la administración local en un Centro de Aprendizaje Digital, un espacio seguro donde los niños, niñas y adolescentes de primaria pueden asistir a clase y recibir apoyo psicosocial de personal cualificado.
Los alumnos y alumnas de último curso siguen yendo al pueblo vecino para asistir a clase, pero echan de menos su antiguo instituto, del que guardan muy buenos recuerdos.
"En nuestro instituo siempre hacíamos exposiciones y días de fotos. Cada clase preparaba una orla y luego decidíamos cuál es la mejor. Las decorábamos con globos y rayas de colores. Antes de las vacaciones, todo el mundo hacía decoraciones improvisadas durante las clases", cuenta Kateryna [nombre ficticio], de 16 años y graduada en 2023.
Unos años antes de que estallara la guerra, este centro educativo conmemoró su 50 aniversario. Para celebrarlo, los chicos y chicas hicieron un collage de fotos de los graduados de cada curso. Pero ahora Oleksandra [nombre ficticio], su tutora, dice que no hay ganas de celebrar, sobre todo porque su antiguo instituto yace bajo los escombros.
"Los chicos y chicas no querían festejos de graduación. Les convencimos de que al menos celebraran la ceremonia. No les apetece nada celebrarlo, dicen: ‘¿Y qué? De todos modos, no hay escuela, ¿en qué nos graduamos? No caminaréis por los pasillos ni os sentaréis en vuestra clase’. Los chicos y chicas han madurado mucho y sus valores han cambiado. Ahora se toman el futuro más en serio: qué hacer después, cómo estudiar", cuenta.
El director de Save the Children en España, Andrés Conde, que ha visitado esa misma escuela este año, corrobora la sensación de pérdida de los estudiantes al ver sus escuelas destruidas y apuesta por darles oportunidades de futuro a través de la educación digital en paralelo a la reconstrucción de los centros educativos dañados, como está haciendo la organización.
Adolescentes bajo la guerra
A pesar de los tiempos turbulentos que están vivido, muchos siguen siendo optimistas. Nadiya [nombre ficticio], de 16 años, sueña con convertirse en especialista en ciberseguridad. La primavera pasada, los combates dejaron atrapada a su madre en un asentamiento cercano donde trabajaba. Nadiya tuvo que cuidar de su hermano pequeño, su hermana y su primo durante dos semanas.
"Estaban muy nerviosos al principio, temblaban. Ni siquiera querían comer, pero yo les obligaba. Una vez, cuando la tarde estaba tranquila y no había ruido, decidieron que todo se había acabado y empezaron a gritar y a pelearse. Abrí la puerta, me quedé fuera unos minutos, me calmé, luego volví y les dije: ‘Están disparando con ametralladoras desde allí; sentíos tranquilos’. Y probablemente durante una hora después de eso, se sentaron tranquilamente", dijo Nadiya desde la serenidad.
Las hostilidades obligaron a Olena [nombre ficticio], de 17 años, y a su familia a huir de su hogar. Aunque ya han regresado, la guerra la ha llevado, como a muchos de sus compañeros y compañeras, a plantearse profesiones que beneficien a sus comunidades y más allá.
"Me haré periodista porque quiero aprender más, ampliar mi visión del mundo. Quiero revelar la verdad. Desde la intensificación de los combates, he perdido seis meses de mi vida. No viví en casa durante seis meses, pero ansiaba volver. Y cuanto más vivimos bajo la ley marcial, más ganas tengo de sacarlo todo a la luz, de averiguar dónde están la verdad y la justicia", afirma Olena, que terminó sus estudios con matrícula de honor.
Borys [nombre ficticio], de 17 años, quiere ser desarrollador informático. "Empecé a vivir día a día porque no entendía qué podía pasar mañana y pasado mañana. Por eso me divierto, intento interesarme de alguna manera por todo a la vez, y también me apetece salir a pasear con los amigos, disfrutar del momento. Me encantaría desarrollar sitios web en el futuro. He intentado aprender programación y se me daba bien, me gusta. Mi mayor deseo es montar un par de empresas: un cibercafé y un gimnasio. Desde niño he soñado con tener un café con música jazz en directo. Pero por ahora, sólo quiero entrar en la universidad”.
También tiene un deseo para las personas que no están sufriendo los efectos de las guerras: "Me gustaría que el mundo prestara más atención a quienes viven en zonas de combate. Quiero que el mundo se una y ayude a las personas más vulnerables. Sin amistad, creo, y sin ayuda será muy difícil sobrevivir".
Aunque Kateryna, Olena y Borys no podrán graduarse en el lugar donde compartieron pupitre durante 11 años, para otros niños, niñas y adolescentes de la localidad la perspectiva de volver a la escuela del pueblo sí está en el horizonte.
Save the Children en Ucrania
Save the Children colabora estrechamente con 26 organizaciones socias en Ucrania para proporcionar asistencia vital, como alimentos y agua, transferencias de efectivo y espacios seguros, con el fin de garantizar que los niños, niñas, adolescentes y sus familias cuenten con el apoyo que necesitan.