Save the Children y su socia local Hurras Network tienen constancia de que al menos siete niños y niñas sirios desplazados en Idlib han muerto como consecuencia de las bajas temperaturas y las terribles condiciones de vida en los campamentos en lo que llevamos de invierno. Entre las víctimas se encuentra un bebé de siete meses.
“Dos hermanas, de cuatro y tres años, murieron cuando su tienda se incendió porque su calentador no era seguro. Su madre embarazada sufrió quemaduras en su cuerpo”, explica un trabajador humanitario de Hurras Network. "Un niño de 14 años que vivía con su familia de siete miembros en una pequeña tiendo ha sucumbido a las temperaturas heladas y también ha muerto", añade.
Hurras Network también ha registrado la muerte de dos niñas de diez y tres años, que murieron por asfixia por la combustión de su calefacción, así como una niña de un año y un niño de siete meses que murieron de un paro cardíaco durante un grave resfriado.
Según Naciones Unidas, la población de Idlib es de tres millones. De ellas, un total de 900.000 personas han huido desde el 1 de diciembre de 2019. Save the Children estima que al menos la mitad de ellas son niños y niñas que se han visto obligados a huir de sus hogares en Idlib debido a una escalada brutal del conflicto armado.
Mira, una niña de 13 años desplazada, ha asegurado a Save the Children: “No me gustó la nieve en el campamento porque hacía mucho frío y tanto mi hermana como yo nos enfermamos. Parte de nuestra tienda se derrumbó debido al peso de la nieve sobre ella. No tenía ropa ni nada para mantenerme caliente en nuestra tienda. Quiero zapatos para jugar en la nieve, como los de mis amigos”.
Por su parte, Sonia Khush, directora de Save the Children en Siria, asegura: “A medida que sem incremente el número de civiles que buscan desesperadamente seguridad en la frontera de Siria con Turquía, vemos más probable que la cifra de muertos aumente dadas las condiciones de vida absolutamente inhumanas en las que se encuentran mujeres y niños, con temperaturas bajo cero, sin techo sobre sus cabezas y sin ropa de abrigo”. “Incluso cuando logran encontrar una tienda de campaña, un calentador y un colchón, corren el riesgo de ser asfixiados por su calefacción o que su refugio se queme”, agrega.
En solo tres días a principios de este mes, casi 145.000 personas huyeron de sus hogares para alcanzar la frontera turca, según Naciones Unidas. Más de 80.000 personas viven ahora en campos abiertos cubiertos de nieve, expuestos al frío invierno del norte de Siria. La gran mayoría de las personas desplazadas son niños, niñas y mujeres, que se han visto obligadas a huir solo con la ropa que llevaban puesta. Para mantenerse calientes, cuando no pueden encontrar madera recurren a la quema de plástico y otros materiales combustibles.
Ante esta enquistada situación, Save the Children hace un llamamiento a todas las partes en conflicto para que respeten las leyes internacionales humanitarias y de derechos humanos y para que garanticen la protección de las escuelas, los hospitales y otras infraestructuras civiles vitales. También pide que se haga un esfuerzo especial para proteger a los niños y las niñas en situación de extrema vulnerabilidad al impacto de las armas explosivas.
La organización sigue trabajando en esta región e interviniendo con la población siria desde el inicio del conflicto. Para lograr que su misión sea sostenible necesita del apoyo económico del mayor número de personas posible.
Sobre Save the Children
Save the Children es la organización independiente líder en la defensa de los derechos de la infancia en todo el mundo. Trabaja desde hace más de 100 años para asegurar que todos los niños y niñas sobreviven, aprenden y están protegidos. Actualmente la organización opera en más de 120 países.
En España trabaja desde hace más de 20 años con programas de atención a los niños y niñas más vulnerables, centrados en la infancia en riesgo de pobreza o exclusión social. A través de sus programas en España, proporcionan una atención integral a los niños, niñas y sus familias para que la situación económica o de exclusión social en la que viven los niños no les impida disfrutar plenamente de sus derechos y puedan alcanzar el máximo de sus capacidades.