Save the Children recoge en su nuevo informe que el coste medio mensual de la crianza en España ha aumentado especialmente por la subida en los gastos relativos a la vivienda (63%) y los alimentos (26%)
Los hogares con niños y niñas son los más afectados por la evolución de los precios, con una “inflación específica de la crianza” que supera ampliamente –entre un 37%-51%– a la inflación general
La organización pide la creación de una prestación de carácter universal o casi universal destinada a la crianza para reducir la pobreza infantil
Informe: https://stces.me/3UrBPgb
Materiales audiovisuales para medios: https://stces.me/3D5C76f
Madrid, 3 de diciembre de 2024 - El coste de la crianza ha aumentado significativamente en España, alcanzando un promedio mensual de 758 euros por hijo o hija en 2024, lo que representa un incremento del 13% respecto a 2022. Así lo evidencia el estudio El Coste de la Crianza en España 2024, que ha realizado Save the Children.
Criar es caro, lo que potencialmente influye a la propia decisión de tener un hijo o una hija. En España nacen 1,16 hijos o hijas por mujer, la tasa más baja de toda Europa. La brecha entre la fecundidad deseada y la efectiva es una de las mayores de Europa: el 20% de mujeres de más de 40 años con hijos o hijas habrían querido tener más, y de las que no tenían casi la mitad hubieran querido, según la Encuesta de Fecundidad, Familia e Infancia de septiembre de 2024 del Centro de Investigaciones Sociológicas.
El aumento de estos costes en la crianza se debe principalmente a la inflación, que ha afectado de forma significativa a los bienes y servicios esenciales, como los suministros del hogar y los alimentos. Los gastos que más han aumentado desde 2022 son los relacionados con los suministros de la vivienda (63%) y la alimentación (26%). Además, el 43% de los niños y niñas viven en hogares con serias dificultades para afrontar gastos imprevistos, un aumento de 4 puntos porcentuales respecto a 2022. Con independencia del ciclo económico, los hogares con niños y niñas son los más afectados por la evolución de los precios, con una “inflación específica de la crianza” que supera ampliamente –entre un 37%-51%– a la inflación general.
“La crianza representa una carga económica considerable para las familias, especialmente en la adolescencia, y se ha convertido en un factor de riesgo significativo de pobreza”, asegura Andrés Conde, director general de Save the Children. Las familias con hijos o hijas deben destinar más de la mitad de su renta a estos gastos, y la probabilidad de estar bajo el umbral de la pobreza aumenta un 70% para quienes tienen menores de edad a su cargo”.
Mayor riesgo de pobreza: hogares con menores de 18 años y monomarentales
En un contexto de crecimiento generalizado de rentas, los indicadores de pobreza se han reducido en 2023 para casi todos los grupos de edad y tipos de hogar. No es así en el caso de las personas menores de 18 años o en los hogares con niñas y niños, cuyos indicadores de pobreza empeoran. Por ejemplo, si la tasa de pobreza relativa de la población general se ha mantenido estable en el último año (pasando del 20,8 al 20,2%), entre la población infantojuvenil ha ascendido en el último año del 27,8% al 28,9%.
La cifra de pobreza para hogares monomarentales es especialmente preocupante: la mitad de los 530.000 hogares de este tipo están en riesgo de pobreza.
Inma y su hijo de 12 años conforman una familia monomarental. Llenar la cesta de la compra no suele ser fácil. “Compramos menos cosas cada vez. Pescado pocas veces porque normalmente terminamos yendo a coger la misma bolsa de congelados. Porque el fresco es bueno, está ahí, pero es demasiado caro para estar comprándolo con una frecuencia más o menos normal”, cuenta.
El hijo de Inma va a un instituto con aulas TEA (espacios educativos especializados para niños y jóvenes con Trastorno del Espectro Autista). “Necesita muchísima ayuda. Normalmente, como económicamente no le puedo pagar terapias, se las hago yo en casa, pero le hago lo que puedo como madre, porque como no soy su terapeuta no lo puedo tratar”, explica.
La vivienda, gasto clave
Los gastos corrientes de vivienda son de los que más han aumentado, con un incremento del 63% desde 2022 y del 153% desde 2018.
De promedio, el coste adicional con respecto a la vivienda cuando nace un niño o niña asciende a 92 euros al mes. En total, los gastos relacionados con la vivienda, sumando suministros del hogar, ascienden a 135 euros mensuales por hijo o hija. Este aumento significativo en los costes de vivienda contribuye a la carga económica general que enfrentan las familias, especialmente aquellas con ingresos limitados.
El coste de la crianza por edades
El coste de criar a un niño o una niña varía significativamente según la etapa de la infancia o adolescencia. De 0 a 3 años el coste mensual es de 609 euros. Las principales partidas con mayor peso en el coste de la crianza en esta franja de edad son la conciliación (las escuelas infantiles), la vivienda (adaptar el espacio a un nuevo miembro) y la alimentación. De los 4 a los 6 años el coste mensual es de 692 euros.
De los 7 a los 12 años se alcanza la máxima cifra, con un coste mensual de 812 euros. En la habitación se hacen algunos cambios para dejar de lado algunos muebles. Los niños y niñas ya comen más cantidad de alimentos y se han incorporado totalmente a la dieta de la familia. De los 13 a los 17 años el coste mensual es de 807 euros. Los niños y niñas han dejado los juguetes de lado y el ocio se realiza con amigos y amigas, o a través de dispositivos tecnológicos.
La importancia de reforzar las políticas públicas de apoyo a la crianza
El estudio concluye con una llamada a reforzar las políticas públicas de apoyo a la crianza, como la implementación de una prestación extendida por hijo o hija a cargo. La creación de una prestación de carácter universal o casi universal destinada a la crianza sería un paso fundamental para reducir la desigualdad entre las familias. Esta medida ayudaría a las familias con una parte de los costes de crianza, eliminando barreras burocráticas y proporcionando un apoyo continuo, especialmente para aquellas con menos recursos. “Los próximos Presupuestos Generales del Estado son una oportunidad para comenzar a avanzar en la creación de esta prestación, que cuenta con un alto grado de consenso entre las fuerzas políticas”, considera Andrés Conde.
Además, Save the Children propone rediseñar y revalorar el Complemento de Ayuda para la Infancia (CAPI), con el objetivo de mejorar esa ayuda para apoyar mejor a las familias con niños y niñas mayores, especialmente adolescentes. Un ajuste en el valor del CAPI para estos hogares permitiría cubrir una mayor proporción de los gastos derivados de la alimentación, educación y otros servicios necesarios para un desarrollo adecuado.
El conjunto de prestaciones contributivas y no contributivas se actualizan periódicamente en función de voluntades políticas, lo que comporta un riesgo evidente de que sean partidas no priorizadas y congeladas ante shocks económicos. Cuando las prestaciones de distintos niveles administrativos se actualizan, a menudo lo hacen de acuerdo con diferentes indicadores, como el IPREM o el IPC general. Por ello, Save the Children también pide que el diseño de políticas de apoyo a la crianza eficaces tenga en cuenta dinámicas de futuro que garanticen su suficiencia y eficacia en cualquier contexto, al margen de voluntades políticas. En el caso particular de las transferencias ligadas a la crianza, al afrontar las familias con niñas o niños una inflación específica y estructuralmente mayor que la inflación general, este indicador debería estar institucionalizado, es decir, que se cree un índice de precios de la crianza que asegure que la compensación por los sobrecostes de la crianza sea en todo momento suficiente para lograr su propósito.
Más información
Esta es la tercera edición del informe El Coste de la Crianza realizada por Save the Children. La primera se realizó en 2018, tras años de una larga recesión que minó de forma severa las rentas de los hogares con niños y niñas. En 2022, tras la pandemia, la organización realizó una segunda edición. La crisis de precios desatada a principios de dicho año, especialmente en los productos alimentarios y energéticos, hizo oportuno revisar cómo habían afectado a los hogares con niños y niñas ese periodo de inflación.