- Save the Children publica una investigación sobre desinformación y exposición a discursos de odio de niños, niñas y adolescentes en el entorno digital
- El 54% de adolescentes utiliza la televisión como principal medio para acceder a la información, casi al mismo nivel que las redes sociales (un 46,5%)
- Aunque sospechen de que se trata de una noticia falsa, 1 de cada 5 adolescentes no la contrasta, mientras que un 50,3% recurriría a familiares y amigos para comprobar su veracidad
Investigación completa: https://stces.me/4efvN9X
Totales para TV: https://bit.ly/3TFHsXn
Testimonio creadora de contenido: https://bit.ly/3MXOB1G
Bilbao, 26 de septiembre de 2024. En el marco del Día Internacional del Acceso Universal a la Información, que se celebra el próximo 28 de septiembre, y dentro de su campaña #DerechosSinConexión, Save the Children ha publicado hoy una investigación sobre desinformación y la exposición a discursos de odio de niños, niñas y adolescentes en el entorno digital, con la que la organización denuncia que la exposición a estos contenidos vulnera de forma directa el derecho de la infancia y adolescencia a una información veraz y segura, un derecho esencial que cada vez está más en juego.
“Si bien internet ha democratizado el acceso a la información, también ha facilitado la proliferación de contenido erróneo y perjudicial, que perpetúa estereotipos negativos, modelos irreales de vida y fomenta discursos de odio. Esta exposición, junto a la deshumanización que caracteriza a menudo las relaciones en el mundo digital y que provoca comportamientos que no se tendrían en el entorno físico, hace que chicos y chicas sean especialmente vulnerables a estos contenidos”, señala Catalina Perazzo, directora de Incidencia Política y Social de Save the Children.
Uno de los principales resultados que arroja este análisis es que el 54% de los adolescentes en Euskadi utiliza la televisión como principal medio para acceder a la información, casi al mismo nivel que las redes sociales (46,5%) y por delante de otros medios de comunicación como la prensa online (25%), la radio o la prensa en papel (13% y 4% respectivamente).
En lo que respecta a las redes sociales y los creadores de contenido, un 16% de los adolescentes considera que son siempre una fuente fiable de información, porcentaje que asciende al 66% que piensa que pueden serlo en determinadas ocasiones. Si se desagrega por género, se aprecia cómo los chicos confían más en estos perfiles: un 18,4% considera que son una fuente fiable de información frente a un 12,4% de las chicas.
Otro aspecto que preocupa a la organización es el relacionado con los bulos: más de la mitad de la población adolescente, concretamente el 45%, no sabría identificar siempre cuándo una noticia es falsa. Además, aunque sospechen de que se trata de una noticia falsa, 1 de cada 5 adolescentes directamente no la contrasta, mientras que un 50,3% de adolescentes recurriría a familiares y amigos para comprobar su veracidad. “Nos preocupa que estos familiares y amigos también se estén informando a través de las mismas fuentes, lo que podría crear un efecto burbuja y ampliar el riesgo de perpetuar información falsa”, afirma Perazzo.
Exposición a modelos irreales de vida y apariencia
El análisis también señala otro riesgo que afecta a la infancia y adolescencia en el entorno digital y que impacta de forma directa su salud mental es la exposición permanente, a través de las redes, a representaciones ideales de determinados estilos de vida, estándares de belleza y, en el caso de las chicas especialmente, la sexualización del cuerpo femenino.
La organización recuerda que, aunque esta exposición constante de la vida privada como modelo de negocio ya existía en la televisión y la prensa tradicionales, el mundo digital hace que cualquiera pueda llegar a hacerlo, lo que supone que el concepto de intimidad adquiere ahora un nuevo significado. Las chicas suelen seguir a personas con las que sienten afinidad, dan consejos o para conocer la vida privada de ciertos perfiles, mientras que los chicos tienden a interactuar más con personas relacionadas con el mundo de los videojuegos o el deporte.
“La validación pública de la auto-exposición que realizan los y las influencers puede provocar que chicos y chicas repliquen estas conductas y que acaben compartiendo aspectos más personales o fotos íntimas o sexualizadas. Esto tiende a ocurrir en mayor medida en el caso de las niñas y adolescentes, que debido a los estereotipos sexistas pueden sentir que tienen que amoldarse a los cuerpos públicamente deseables”, señala Perazzo.
Diferencias de contenido y discurso por género
El documento publicado por Save the Children recoge también un análisis de diversos perfiles de hombres y mujeres streamers para comparar las diferencias en los discursos en base al género, también entre sus comunidades de seguidores. En el caso de los creadores de contenido chicos que se analizan, se observa que tienen más seguidores por norma general y muestran diferentes tipos de conductas de riesgo, como son compartir comentarios sexuales recurrentes, hacer referencia habitual a la pornografía o realizar reseñas de videojuegos de contenido erótico o pornográfico. Además, en los chats de sus canales de stream son frecuentes las referencias misóginas, los mensajes que banalizan el consumo de drogas o las actitudes de acoso ante quienes muestran rechazo hacia lo que dice el streamer.
En el caso de las creadoras de contenido, tienen por norma general un número de seguidores más bajo, y todas se han tenido que enfrentar a ataques en sus redes por diversos motivos: por defender a víctimas de abusos, visibilizar malos tratos de una expareja o por no cumplir con ciertos estereotipos estéticos.
Irene Fields, creadora de contenidos de videojuegos, afirma que ella ha sufrido este tipo de acoso en sus redes. “Yo he recibido muchos comentarios violentos en este mundo sólo por ser una chica del tipo ‘vete a la cocina’, ‘qué haces jugando si deberías de estar limpiando’ o incluso me han llegado a desear que sufriera una agresión sexual, algo que cruza los límites. Es necesaria una educación para aprender a utilizar las nuevas tecnologías, ya que todo avanza muy deprisa y no nos podemos quedar atrás, y ya no sólo para saber usarlas, sino también para otras cosas como por ejemplo dónde buscar bien la información, porque mucha parece real y no lo es”, asegura.
Nota a la edición
Esta investigación se basa en encuestas a 3.315 adolescentes de a partir de 14 años en España y cinco grupos de discusión formados por 27 niños, niñas y adolescentes, con representación de edades de 10 a 17 años. En Euskadi se ha realizado la encuesta a 292 adolescentes de seis centros educativos diferentes. Además, se ha contado con la colaboración de personas expertas y profesionales del sector, desde trabajadoras sociales que abordan patologías relacionadas con el abuso de la tecnología a creadores de servicios web, para abordar esta realidad desde la visión más amplia posible, y plantear recomendaciones que tengan en cuenta todas estas perspectivas, especialmente las de la población adolescente.
Sobre Save the Children
Save the Children es la organización independiente líder en la defensa de los derechos de la infancia en todo el mundo. Trabaja desde hace más de 100 años para asegurar que todos los niños y niñas sobreviven, aprenden y están protegidas. Actualmente la organización opera en más de 115 países y en Euskadi está presente desde hace casi 20 años, realizando una intensa actividad de incidencia política y social, y proporcionando apoyo educativo y actividades de ocio y tiempo libre a más de 500 niños y niñas en riesgo de pobreza o exclusión social en Bilbao, Barakaldo y Vitoria-Gasteiz.
En el Estado trabaja desde hace más de 30 años con programas de atención a los niños y niñas más vulnerables, centrados en la infancia en riesgo de pobreza o exclusión social. A través de sus programas en España, proporcionan una atención integral a los niños, niñas y sus familias para que la situación económica o de exclusión social en la que viven los niños no les impida disfrutar plenamente de sus derechos y puedan alcanzar el máximo de sus capacidades.