Madrid, 18 de noviembre de 2020. En el contexto de la conmemoración del Día Mundial del Niño, que cada año tiene lugar el 20 de noviembre, Save the Children pone el foco en cómo está afectando la pandemia de la Covid-19 en los derechos de la infancia, recogidos internacionalmente en la Convención sobre los Derechos del Niño.
La organización considera que las necesidades de la infancia y su priorización en base al interés superior del menor no han estado suficientemente garantizadas en las políticas públicas de la gran mayoría de los países a la hora de afrontar las consecuencias inmediatas y a largo plazo de la pandemia.
Save the Children reivindica que la lucha contra las consecuencias sanitarias de la pandemia es indisociable de sus efectos socioeconómicos y que la población que previamente estaba en riesgo de exclusión social ha de ser prioritaria, y en especial la infancia.
Entre las medidas más perniciosas tomadas a nivel global se encuentran, según la organización, el efecto del cierre de los centros educativos y otros espacios para la infancia. Durante la primera ola de la pandemia se tomó esta medida excepcional, pero durante la segunda ola existe una disparidad de criterios entre los países, a pesar de que la mayoría reconoce la importancia de mantener una educación presencial para garantizar que el alumnado con menos recursos quede definitivamente descolgado. Save the Children afirma que la clausura de espacios como los parques infantiles sí se ha extendido y critica que no se le esté dando la importancia que tienen para el bienestar y desarrollo de los niños, niñas y adolescentes, sobre todo para aquellos en situación de pobreza.
Impacto en España
Un 27,4% de los menores de 18 años, más de 2,1 millones de niños y niñas, está en riesgo de pobreza en España, según la última Encuesta de Condiciones de Vida del Instituto Nacional de Estadística (2019). Sin embargo, Save the Children recuerda que estos datos no reflejan el impacto de la pandemia en las familias más vulnerables y advierte de que la pobreza infantil se incrementará por culpa de la Covid-19. La organización estima que, si no se toman las medidas adecuadas, la pobreza puede llegar a alcanzar al 33% de los niños y niñas a finales de este año y destaca que serán los hogares con menores a cargo los que más sufran los efectos de la crisis económica. Por ejemplo, la organización ha calculado que el riesgo de pobreza de las familias monoparentales, en su mayoría encabezadas por una mujer, aumentará del 41,1% hasta el 48% por culpa de la Covid-19.
Para revertir este riesgo, Save the Children apuesta por invertir en políticas públicas destinadas directamente a la protección de la infancia, como el mantenimiento de la prestación por hijo o hija a cargo, que ha sido suprimido del proyecto de Presupuestos Generales del Estado para 2021 al considerarse que el ingreso mínimo vital sería equiparable.
Los organismos internacionales aseguran que nos encontramos ante una de las mayores emergencias educativas. La pérdida de aprendizaje, acompañada por la desvinculación de la escuela y una crisis económica que va a continuar pueden traducirse en un aumento de la inequidad y el riesgo de fracaso y abandono prematuro y marcar la trayectoria educativa y vital del alumnado. España ya tiene la tasa de abandono escolar más alta de la Unión Europea (17,3%) y Save the Children estima que, si no se toman medidas urgentes, esta cifra puede aumentar hasta 1,7 puntos. Por ello, la organización pide al Gobierno de España que se aumente la partida de los presupuestos 2021 dirigida a la financiación del PROA+, programa de refuerzo educativo, pasando de los insuficientes 125 millones a 646 millones de euros, en línea con la inversión de otros países europeos y aprovechando los fondos de recuperación de la UE.
En cuanto a la violencia hacia niños y niñas, Save the Children asegura que la crisis del coronavirus ha sacado a la luz lo que estaba fallando en la protección a la infancia y adolescencia, a la vez que ha agravado sus consecuencias. Una encuesta realizada por la organización a las familias beneficiarias de sus programas de lucha contra la pobreza reveló que uno de cada cuatro padres y madres perdió los nervios en alguna ocasión durante el confinamiento.
De forma paralela, la organización ha sido testigo de que la infancia migrante ha tenido que enfrentar durante los últimos meses múltiples dificultades, como las barreras administrativas en el acceso a sistemas de protección o ayudas económicas o las precarias condiciones de acogida y de acceso a servicios básicos. Además, durante la primera ola se observó cómo los sistemas de protección carecían de recursos suficientes: sin conexión, sin infraestructura necesaria, sin traductores, sin espacios disponibles para garantizar el distanciamiento social.
Impacto a los países en zonas de conflicto
La lucha contra la pandemia está siendo especialmente compleja en aquellos lugares que partían de una situación especialmente dramática, como Siria, Afganistán, Yemen o Palestina, donde los conflictos persistentes dificultan la protección de la infancia. Save the Children continúa trabajando en esos lugares para paliar al máximo sus efectos, pero ve como otras enfermedades prevenibles no están siendo atendidas: el sarampión, la poliomielitis, el cólera, la neumonía, la fiebre amarilla y la difteria están acabando con la vida de millones de niños y niñas.
Save the Children recuerda que dos tercios de los menores no vacunados en el mundo viven en países en conflicto y que la violencia en estos contextos impide su tratamiento médico. La organización señala que las tasas de vacunación se han desplomado en países como Siria, donde los niveles de inmunización contra la difteria, el tétanos y la tosferina estaban por encima del 80% antes de la guerra y cayeron al 47%, según datos de hace dos años. Otro ejemplo es Ucrania, país en el que la tasa nacional de vacunación bajó del 80% al 19% después de cuatro años de guerra.
Asimismo, Save the Children advierte de que la Covid-19 ha agravado aún más la situación de la infancia que vive en zonas de guerra, provocando la suspensión de los programas de inmunización en más de 60 países. Como resultado, 80 millones más de niños y niñas menores de un año corren el riesgo de contraer enfermedades prevenibles para las que hay vacuna. La organización muestra su preocupación ante los primeros datos disponibles de vacunación de este 2020, cifras que revelan que, entre marzo y agosto, 50 millones de niños y niñas no recibieron la vacuna contra la polio.
Por otro parte, Save the Children teme también por el aumento en la desprotección de niñas en estos países. Se prevé que 2,5 millones adicionales de niñas estarán en riesgo de contraer matrimonio forzoso en los próximos cinco años. Además, se producirán hasta un millón adicional de embarazos en la adolescencia en 2020 debido a los impactos económicos de la pandemia. Unos 130 millones de niñas no iban a la escuela desde antes de la pandemia.
“Relegar las necesidades y derechos de la infancia es un error que pagaremos si no actuamos cuanto antes. La voz de los niños, niñas y adolescentes debería ser tenida mucho más en cuenta en todos los países del mundo. Este año 2020 está siendo extremadamente complejo para el conjunto de la humanidad, pero intentemos reflexionar sobre todo aquello que nos podría hacer mejores. Para Save the Children, la clave seguirá estando en la infancia”, señala Andrés Conde, director general de Save the Children España.
Sobre Save the Children
Save the Children es la organización independiente líder en la defensa de los derechos de la infancia en todo el mundo. Trabaja desde hace más de 100 años para asegurar que todos los niños y niñas sobreviven, aprenden y están protegidos. Actualmente la organización opera en más de 120 países.
En España trabaja desde hace más de 20 años con programas de atención a los niños y niñas más vulnerables, centrados en la infancia en riesgo de pobreza o exclusión social. A través de sus programas en España, proporcionan una atención integral a los niños, niñas y sus familias para que la situación económica o de exclusión social en la que viven los niños no les impida disfrutar plenamente de sus derechos y puedan alcanzar el máximo de sus capacidades.