Vídeos y fotos de Martunis disponibles para medios: www.contenthubsavethechildren.org/Package/2O4C2S1G0DPH
Aceh, Indonesia, 19 de diciembre de 2024 - Martunis tenía siete años cuando una de las catástrofes naturales más mortíferas de la historia moderna asoló Aceh (Indonesia) y otras partes de Asia el 26 de diciembre de 2004, destrozando la vida que él conocía.
“Estaba jugando al fútbol con mis amigos cuando de repente se produjo un terremoto. Corrí a casa y me reuní con mi madre, mi hermana mayor y mi hermana pequeña, y nos abrazamos. Cuando se nos cayó el armario a causa del terremoto, mi madre me pidió que llamara a mi padre, que estaba trabajando en la piscifactoría, para que viniera a casa. Alguien gritó que el agua estaba subiendo, así que mi madre, mis hermanas y yo nos subimos a una camioneta. A medida que el agua se acercaba, mi familia y yo fuimos alcanzados por el tsunami. Intenté levantar a mis hermanas, que se estaban ahogando, pero nos separamos”, cuenta Martunis, que ahora tiene 27 años.
“Me desmayé varias veces y, cuando desperté, me encontré sobre un colchón. Cuando el colchón empezó a hundirse, me agarré a un banco del colegio, pero también se hundió. Entonces vi un cocotero, y me abracé a él como si fuera un balón de fútbol hasta que me subí a otro colchón. De repente, me quedé atrapado en un árbol”, recuerda.
Martunis fue finalmente encontrado en una zona pantanosa cerca de una playa tres semanas después del tsunami por un equipo de televisión británico que estaba filmando con pescadores locales. Había sobrevivido a base de agua de charco, paquetes de fideos y cualquier otra cosa que pudo encontrar, pero estaba deshidratado, desnutrido y muy picado por los mosquitos.
Llevaron a Martunis a Save the Children, donde el personal le estaba esperando para ayudarle, y más tarde lo trasladaron a un hospital local para que recibiera tratamiento. Fue en el hospital donde la ONG pudo reunir a Martunis con su padre y su abuela ese mismo día.
Tras el tsunami, Save the Children puso en marcha un sistema de búsqueda de familiares y estableció protocolos estrictos para asegurarse de que las personas que decían ser parientes eran quienes decían ser.
“Fue una sensación extraordinaria y me sentí muy agradecido por haberme reunido con mi padre. No me di cuenta de que llevaba 21 días en el mar; me parecieron sólo 3 días. Cuando vi a mi padre por primera vez, le pregunté inmediatamente dónde estaban mi madre y mis hermanas. Mi padre me dijo que habían fallecido, y lloré mientras le abrazaba”.
El terremoto y tsunami del océano Índico de 2004 comenzó con un seísmo en la costa de Sumatra, Indonesia. Fue tan potente que provocó un desplazamiento de la masa terrestre y cambió la rotación del planeta. Las olas del tsunami atravesaron el océano Índico a más de 800 km/h, la velocidad de un avión a reacción. Unas 230.000 personas murieron en el tsunami que azotó varios países, entre ellos Indonesia, Tailandia, Sri Lanka e India.
Save the Children llegó a más de 140.000 personas, entre ellas más de 70.000 niños y niñas, como parte de su respuesta tras el tsunami y distribuyó kits de refugio, higiene y agua a más de 25.000 hogares. La ONG también creó 50 espacios amigables para la infancia para darles la oportunidad de recuperarse del trauma sufrido y jugar, antes de centrarse en soluciones a más largo plazo, como la construcción de centros de aprendizaje y la prestación de apoyo psicosocial.
Al Fadhil, de 45 años, formaba parte del personal de Save the Children que empezó a trabajar en la respuesta al tsunami en febrero de 2005. Ahora dirige su propia fundación, la Guetanyoe Foundation, una de las socias locales de Save the Children en Indonesia.
Fadhil recuerda que las paredes empezaron a llenarse rápidamente de fotos y folletos de familiares desaparecidos, incluso en la oficina de Save the Children en Aceh. “Save the Children, junto con otras organizaciones humanitarias, puso en marcha un programa de seguimiento y reunificación familiar. La ONG asumió un papel de liderazgo, coordinando la búsqueda de niños y niñas que habían sido separados de sus familias. Algunas familias se aferraron a la esperanza de que sus hijos siguieran vivos y continuaron buscando, mientras que otras simplemente buscaban los restos de sus hijos”.
La situación era desesperante: “Nos pusimos en contacto con los familiares más cercanos de los niños y las niñas, como abuelos, abuelas, tíos o tías. Si no había ningún familiar directo identificado, nos poníamos en contacto con los líderes locales para que nos ayudaran a encontrar un hogar seguro para los niños y las niñas. Algunos fueron colocados en internados o refugios cuando sus familias se vieron gravemente afectadas por el tsunami”, añade.
Martunis fue uno de los beneficiarios de ese programa de reunificación. En octubre charló con Save the Children desde el salón de su casa familiar en Aceh, rodeado de recortes de periódico que relataban su milagrosa huida y fotografías enmarcadas de los miembros de su familia que perdió en 2004, incluida su hermana menor.
Ian Dovaston, antiguo reportero de informativos y parte del equipo de Aceh que encontró a Martunis en la playa, rememora lo sucedido: “Habíamos estado en Save the Children el día anterior y nos habían enseñado el impresionante sistema que habían montado para localizar a familiares. Llamamos y nos estaban esperando en el coche con Martunis, que necesitaba ayuda médica. Creo que de nuestra llamada ya habían sacado suficiente información para establecer un vínculo con su padre, que ahora sabían que estaba vivo y en el hospital. Fuimos directamente allí con nuestros amigos de Save the Children y vimos y filmamos cómo el padre se reunía con su hijo”.
Sarbini, de 68 años, padre de Martunis, recuerda cómo se reunió con él: “Martunis fue tratado durante dos días en el hospital y después lo llevaron a casa de su abuela”.
En 2015 Martunis, que fue encontrado con una camiseta de fútbol de Portugal, fue fichado por la academia de fútbol del Sporting de Lisboa, pero estos días está de vuelta en Indonesia y ha dejado de jugar al fútbol profesionalmente.
Ahora, casado y con una hija pequeña, tiene la mente puesta en el futuro: “De cara al futuro, espero poder convertirme en una persona de éxito y útil en cualquier campo. Confío en que los planes de Dios son siempre hermosos”.
En Indonesia y en todo el mundo, Save the Children hace lo que sea necesario para que los niños y las niñas puedan hacer realidad su derecho a un comienzo saludable en la vida, la oportunidad de aprender y la protección frente al daño.