Viviendo el calentamiento global
175 millones de niños se verán afectados por el incremento de los desastres naturales, cada vez más frecuentes a causa del cambio climático
Sheema tenía tan sólo 14 años cuando se casó con su marido, 11 años mayor que ella. Cuando Sheema vivía en Barrizal, en el sur de Bangladesh, iba a la escuela. Pero tuvo que abandonarla cuando la casa de su familia fue destruida por la erosión del río. De allí se mudó con su familia a la ciudad, Dhaka, donde ahora viven en una barriada. “Mi familia no podía permitirse enviarme a la escuela en Dhaka” explica Sheema que ahora tiene 19 años “así que me puse a trabajar en una fábrica de ropa”. La vida en la ciudad se hace insostenible para Sheema, que hoy tiene 19 años y dos hijos.
Probablemente Sheema nunca se haya parado ha pensar en la relación de su vida con los efectos del cambio climático pero lo cierto es que la degradación medioambiental y la desertificación están haciendo que las formas rurales de sustentarse se conviertan en insostenibles, obligando a la población a trasladarse a otros lugares en busca de oportunidades. Como miles y miles de personas, Sheema fue forzada a huir a la ciudad.
Durante la próxima década, 175 millones de niños se verán afectados por el incremento de los desastres naturales y con el que queremos exigir a los líderes mundiales que se comprometan a firmar un acuerdo sobre cambio climático en las negociaciones del clima de Copenhague, que ayude a los pequeños con menos recursos a soportar los efectos del calentamiento global.
Si no se actúa, el cambio climático se convertirá en un lento naufragio con los niños y niñas del mundo a bordo.”
Según el informe, el cambio climático triplicará el número de personas afectadas por desastres naturales en los próximos 20 años, con desastres naturales cada vez más frecuentes y violentos. Todavía más grave es el hecho de que estos desastres naturales se combinarán con un incremento de la malnutrición y de enfermedades que ya provocan las mayores tasas de mortalidad infantil como son la diarrea y la malaria. Se estima que la diarrea, que acaba con la vida de un millón de niños cada año, se incrementará en un 10% hasta 2020 a causa de cambio climático. La malnutrición, que actualmente afecta a 178 millones de niños y niñas y provoca 3,2 millones de muertes infantiles cada año, afectará a 25 millones de niños en 2050. Y la malaria, responsable de que un millón de niños y niñas pierda la vida cada año, afectará 320 millones más de personas en 2080.
Los más pobres, los más afectados
Como en la mayoría de los casos, las familias más pobres de las comunidades más pobres serán las más vulnerables, ya que el cambio climático reduce su acceso a agua potable y su capacidad de cultivar alimentos nutritivos, incrementa el precio de los alimentos y permite que se propaguen los mosquitos portadores de la malaria. Y de estas comunidades, los niños y las niñas, especialmente los menores de cinco años, serán los más afectados.
Resulta paradójico que todos sepamos que estos niños y niñas son los que no tienen ningún tipo de responsabilidad en el cambio climático y que, sin embargo, sean ellos los más afectados. Y es nuestra responsabilidad, desde las naciones más prosperas, no sólo ayudar a los países en desarrollo sino comprometernos a reducir nuestras emisiones de gases de efecto invernadero, las mismas emisiones que durante siglos hemos estado “aportando” a la atmósfera.
El tiempo para actuar es ahora
Además de examinar el panorama desolador que el cambio climático provoca en el bienestar de la infancia, el informe plantea medidas de adaptación que deben tomarse desde ya. En él, hacemos un llamamiento a los gobiernos para que fortalezcan sus sistemas de sanidad, agua y saneamiento en los países más pobres para que puedan afrontar los efectos del cambio climático. Además, los países en desarrollo deben diseñar planes para adaptarse al cambio climático que tengan en cuarenta las necesidades específicas de los niños y niñas.
El informe identifica la protección social, a través de subsidios en efectivo para las personas con menos recursos, como una manera de fortalecer a las comunidades que luchan por contrarrestar los efectos del cambio climático. También son vitales los sistemas de alerta temprana para dar la alarma de desastres como ciclones, inundaciones, epidemias y hambrunas.
Los niños de hoy crecerán en un mundo transformado por el cambio climático. Los líderes internacionales les deben el hacer todo lo posible para limitar los peligros de esta amenaza global. Las decisiones que se tomen en Copenhague en Diciembre de 2009 les afectarán directamente y no deben ser olvidadas. Es el momento de actuar.
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