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Acusados de ser brujos

70.000 niños y niñas congoleños sufren el estigma de la brujería

Brigitte tiene 13 años y lleva meses viviendo en la calle. Ve a su madre algunas veces, siempre en secreto. Brigitte no puede volver a casa con ella y con sus hermanos porque su tío, el dueño de la parcela en la que vivía, le acusa de brujería. Dice que ella es la culpable de que su mujer cayera enferma y por esa misma razón, su abuela tampoco quiere acogerla en su casa. Brigitte tiene 13 años y no entiende por qué todo el mundo le acusa de ser bruja cuando ella es solo una niña.

Como Brigitte, en República Democrática del Congo hay más de 70.000 niños y niñas acusados o perseguidos por brujería. Una situación que denuncia el informe La invención de los niños brujo en el que aparecen los relatos de muchos de estos niños así como la descripción del contexto de esta terrible realidad que se vive en el país africano y especialmente en su capital, Kinshaha.

La familia y la Iglesia del Despertar

En la mayoría de los casos, los niños son acusados de brujería por sus propias familias alentados por la creciente influencia de los predicadores de la Iglesia del Despertar. Una vez que son acusados, el camino para la cura de la brujería es largo y traumático. Con la excusa de que los pequeños pueden causar los más diversos males, los pastores de las Iglesias del Despertar han expandido su dominio y la idea de que el exorcismo es la única solución para el presunto problema. Alegan que experimentan una fuerza sobrenatural, como la del Espíritu Santo, que les impulsa a proteger a sus fieles contra las magias negativas controladas por los menores.

La aceptación de tales prácticas en este país se explica por las drásticas consecuencias dejadas por los años de guerra.”

La última de las guerras que golpeó a la población de República Democrática del Congo ellas -la conocida como Segunda Guerra del Cong, que empezó en 1998 y terminó en 2003- dejó un saldo de cuatro millones de muertos y 1,6 millones de desplazados. Una situación que Esta generó en gran parte de la población la pérdida de los valores tradicionales y alzó a los religiosos de la Iglesia del Despertar al puesto de poder del que disfrutan actualmente. Como se apunta en el informe, el 'problema de la brujería' no es una exclusividad de ningún grupo étnico específico o de alguna clase social, y tampoco se observa sólo en los que no han recibido una educación formal.

Para tratar de erradicar este problema, trabajamos con grupos cercanos a los líderes religiosos y a las propias familias de los niños. Se trata de hacerles entender que los niños no son culpables de nada. Tratamos de crear mecanismos para monitorear las confesiones y verificar posibles abusos o maltratos cometidos contra los niños y adultos acusados de brujería. Además, nos coordinamos junto a organismos oficiales del país ejerciendo presión política para aumentar la regulación estatal de los métodos utilizados por las iglesias.

Julien, de 12 años, acabó viviendo en la calle después de que su familia le acusase de brujería. Ahora descansa en el centro de rehabilitación para niños de la calle de Bana Ya Poveda, en Kinshasa. Foto Olivier Asselin. 

Descarga en PDF el informe La invención de los niños brujo

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