Soy el Doctor Jamal Imam, un especialista en nutrición palestino que trabaja para Save the Children en Gaza, brindando atención a niños y niñas que sufren hambre y desnutrición.
Quiero hablar de Amjad, un niño de menos de un año que sufría de desnutrición aguda severa. La desnutrición aguda severa es cuando los músculos comienzan a desgastarse, la visión se nubla, el sistema inmunológico se debilita peligrosamente y eventualmente los órganos dejan de funcionar. Sin tratamiento, puede causar la muerte. Pesaba menos de seis kilogramos cuando lo conocí. Su padre estaba desaparecido en el norte de Gaza. Su madre estaba sola en el sur, viviendo en una tienda de campaña con casi nada. No tenía comida para ofrecerle a su hijo, ni siquiera una gota de leche materna, ya que el hambre, el agotamiento y el miedo constante le habían impedido producirla.
Además del hambre, Amjad también luchaba contra infecciones en la piel. Ni una sola farmacia en toda la Franja de Gaza tenía la crema necesaria para tratar su condición cutánea. No pueden imaginar la cantidad de trabajo, esfuerzo, llamadas telefónicas e intentos que se hicieron para conseguir siquiera lo mínimo para tratar a Amjad. La cantidad de personas que se unieron para ayudar y la magnitud del esfuerzo necesario para asegurar incluso la más pequeña cantidad de tratamiento fue inmensa.
Después de semanas de lucha, comenzamos a ver algunas mejoras. Amjad pasó de una desnutrición severa y crítica a un estado más moderado. Esto puede no parecer un gran éxito. Es cierto, Amjad aún no está fuera de peligro. Este es un solo paso hacia un largo camino de recuperación, pero hay esperanza y, por ahora, Amjad vivirá para ver otro día. En Gaza, esto por sí solo es un gran éxito.
Cada día trae nuevos desafíos, nuevas pérdidas y nuevas batallas por la supervivencia. La situación hoy nunca ha sido tan desesperada. Estoy presenciando innumerables casos agonizantes: niños y niñas que intento salvar y madres que vienen a mí con la esperanza de que pueda hacer milagros para rescatar a sus pequeños.
Casi todos los 1.1 millones de niños y niñas en Gaza no pueden obtener suficiente comida debido a más un año de bombardeos israelíes y un asedio prácticamente total. Los niños y las niñas están muriendo por desnutrición, deshidratación y enfermedades. Estas muertes son completamente prevenibles, pero la violencia continua y las restricciones para entregar ayuda hacen que sea cada vez más difícil sobrevivir.
Familias que antes estaban sanas ahora simplemente se están debilitando. Estamos viendo enormes aumentos en el número de niños y niñas con diarrea, ictericia y problemas respiratorios. Y cuando estas enfermedades se combinan con el hambre extrema, pueden matar a un niño o una niña en días.
Vivo cada día con el miedo de que hoy sea el día en que pierda a un niño que he estado apoyando, a un colega o a un miembro de mi propia familia. Más allá de ser un trabajador humanitario, soy un padre, un esposo, un palestino que siente el mismo dolor y miedo que todos los demás aquí. Los bombardeos implacables, la pérdida de las necesidades básicas, el desplazamiento y la perdida de la seguridad hacen que sea casi imposible cumplir con mis responsabilidades como padre. También soy médico, confiado por pacientes que sufren bajo las mismas condiciones brutales. ¿Cómo puedo brindar la atención que se espera de mí, salvar vidas y mejorar la salud cuando vivo constantemente con el miedo de lo que mañana —o incluso la próxima hora— pueda traer?
Puede que te preguntes de dónde proviene la fuerza que me mantiene en pie. La verdad es que no lo sé. Esa es la respuesta honesta. Pero sé que esta fuerza no es solo mía. La resiliencia de la gente en Gaza, especialmente de los niños y niñas, me inspira profundamente. Se niegan a perder su voluntad de vivir, aferrándose a un amor por la vida que desafía todas las probabilidades.
También me inspiro en el apoyo de personas que nos están ayudando a proporcionar un salvavidas a estos niños y niñas cuando más lo necesitan.
Cada día estamos trabajando sin descanso para examinar y tratar a niños y niñas por desnutrición y otras enfermedades relacionadas en centros de salud y en las comunidades. Estamos distribuyendo paquetes de alimentos y efectivo para que las familias puedan comprar comida. Estamos apoyando a las nuevas madres para que amamanten y brindando asesoramiento a los padres sobre cómo apoyar la nutrición de los niños y las niñas pequeños en tiempos de crisis como este. Estamos pidiendo un alto el fuego como la única forma de proteger verdaderamente las vidas de los niños y las niñas, y exigiendo que el gobierno israelí cumpla con su obligación legal de permitir y facilitar la entrega de ayuda. Ninguno de estos esfuerzos sería posible sin tu apoyo.
La desnutrición es tratable y prevenible, y las intervenciones de bajo costo pueden salvar vidas infantiles. Cada contribución, por pequeña que sea, tendrá un impacto profundo en las vidas de niños, niñas y familias en Gaza. También nos ayudará a estar presentes para la infancia que se enfrenta al hambre en muchos otros países del mundo.