SOLUCIONES CONJUNTAS PARA LA INFANCIA FRENTE AL ASCENSO DEL PRECIO DE LOS ALIMENTOS
La inflación está empeorando la alimentación de los niños, niñas y adolescentes, sobre todo en las familias con menos recursos. La tasa de crecimiento general de los precios se sitúa en el 2,6%, según el dato adelantado en agosto por el Instituto Nacional de Estadística (INE), pero el encarecimiento de los alimentos se mantiene en cifras récord. En julio, la compra del supermercado fue un 10,8% más cara que hace un año, poniendo en riesgo el acceso a una alimentación saludable de muchos hogares.
En España, más de 475.000 menores no se pueden permitir comer un plato de pollo, carne o proteína equivalente como mínimo cada dos días. Una cifra que se ha incrementado cerca del 19% respecto a hace un año y representa al 5,9% de los menores de edad del país, según la extrapolación de datos realizada por Save the Children de la Encuesta de Condiciones de Vida 2022.
El aumento del coste de la vida también se nota en otros productos básicos como el arroz, las patatas, el aceite, la leche, las frutas o las legumbres. Las familias adaptan sus compras según sus posibilidades económicas, lo que en muchos casos deriva en una menor cantidad y calidad de la alimentación, ya que también hay que hacer frente al encarecimiento del resto de servicios básicos, como la luz, el agua o la vivienda.
La regulación y fiscalidad de los alimentos, la ampliación de la cobertura de las becas de comedor, el aumento de la formación e información nutricional y la promoción de hábitos saludables, son tareas prioritarias que requieren de la coordinación de todos los actores posibles: gobiernos, empresas, agentes sanitarios y educativos. Por eso, Save the Children impulsa alianzas con la ayuda de diferentes instituciones y agentes del sector privado que permitan cambiar realidades y generar impactos en la vida de la infancia. Este compromiso es especialmente necesario cuando hablamos de las empresas de alimentación, como las cadenas de supermercados.
Si el ascenso de precios afecta en mayor medida a la alimentación de calidad (carne, pescado fresco, verduras...), los hogares con menos recursos optan por productos procesados más baratos, lo que afecta negativamente a la salud de los menores y, por tanto, los niños comen peor. En España, la prevalencia de la obesidad infantil y juvenil es del 14,2%, una de las más altas de Europa, según la Organización Mundial de la Salud. De acuerdo con un estudio de Save the Children, uno de cada cinco niños y niñas de entre 7 y 8 años sufre de obesidad (en torno al 18% de la población infantil).
Las investigaciones constatan que la obesidad y el sobrepeso infantil tienen un claro gradiente social. En los hogares con rentas más bajas hay una mayor probabilidad de tener exceso de peso en edades tempranas (un 32,5%). En cambio, es mucho menos probable en los hogares más acomodados (un 19%), con mejor acceso a alimentación de calidad y buenos hábitos nutricionales y mayor actividad física.
Se trata, por tanto, de un problema con muchas causas interrelacionadas entre sí y que ahora se ve agravado por el aumento del coste de la vida general y de los alimentos en particular. Un problema que afecta a la salud física y emocional de los menores, a su calidad de vida y futuro desarrollo, y requiere de acciones conjuntas y soluciones transversales.
Consulta las posibles formas de colaboración y ayúdanos a mejorar la alimentación de los niños, niñas y adolescentes en España.