Save the Children publica una investigación para comprender el impacto de los ataques del ISIS a esta comunidad.
Informe (en inglés): A childhood of fear: the impact of genocide on Yazidi children in Sinjar.
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Erbil, 22 de septiembre de 2022 - Los niños y niñas yazidíes siguen olvidados por la comunidad internacional después de que hace ocho años sus vidas fueran destrozadas por los ataques del ISIS (grupo armado Estado Islámico de Irak y Siria por sus siglas en inglés). Save the Children publica una nueva investigación sobre la situación actual de estos niños y niñas y reclama que se garantice su derecho a la educación y sus esperanzas de un futuro mejor.
Unas 400.000 personas yazidíes -grupo étnico y religioso minoritario- fueron capturadas, asesinadas y obligadas a huir de su tierra ancestral en Sinjar en agosto de 2014, después de que el ISIS cruzara la frontera desde Siria. Las Naciones Unidas reconocieron por primera vez el trato dado a las y los yazidíes por parte del ISIS como genocidio en un informe de 2016, “Vinieron a destruir: los crímenes del ISIS contra los yazidíes", presentado al Consejo de Derechos Humanos en junio de ese mismo año.
Hasta 3.000 mujeres y niñas fueron secuestradas, sufrieron violaciones y otras formas de violencia sexual, y muchas siguen desaparecidas. Los jóvenes fueron separados de sus familias y reclutados a la fuerza por el ISIS.
Ocho años después, muchos niños y niñas yazidíes siguen desplazados de sus comunidades. Viven en entornos inseguros en los que están rodeados de recuerdos físicos de la violencia sufrida a manos del ISIS, como casas, escuelas y hospitales destruidos.
Para comprender el impacto del genocidio en la infancia, Save the Children publica una investigación con los resultados de las conversaciones con 117 niños y niñas de entre 7 y 17 años, que eran muy jóvenes o apenas bebés cuando perdieron a sus madres, padres, hermanos y familia extensa en la violencia, así como con 33 personas cuidadoras.
Violencia, inseguridad y estrés
Niños y niñas de todas las edades contaron a la organización sus temores y la falta de seguridad en su vida cotidiana. Entre las y los adolescentes, 39 de los 40 que participaron en el estudio, dijeron que no se sentían seguros en el lugar en el que vivían y que les preocupaban los secuestros, la violencia sexual, el reclutamiento por parte de grupos armados y la pérdida o separación de más familias, entre otras cuestiones.
"Todos los días vemos a niños y niñas pequeños que llevan armas y trabajan con las fuerzas de seguridad, con grupos armados, y todavía son jóvenes. Tienen menos de 18 años", asegura Khalid, un niño de entre 7 y 10 años cuyo nombre real no se dio a conocer por razones de seguridad.
En particular, las barreras lingüísticas, son todo un desafío, ya que algunos niños han olvidado su kurmanji nativo o nacieron en cautiverio y nunca lo aprendieron, lo que dificulta la conexión con sus familias y la reintegración en sus comunidades.
Las repercusiones en la salud mental de las niñas supervivientes incluyen el trastorno de estrés postraumático y la depresión. Además, tanto los niños y niñas como las personas cuidadoras denuncian que los servicios y programas disponibles no satisfacían las necesidades urgentes y abrumadoras de la infancia que sufrió violencia sexual, aquella reclutada a la fuerza por el ISIS o los nacidos en cautividad.
Los niños y niñas yazidíes dijeron a los investigadores que querían aprender, pero ocho años después, se les sigue negando el derecho a la educación. Para muchos, las escuelas más cercanas están vacías, bombardeadas y destruidas, y temen desplazarse demasiado lejos, mientras que la falta de materiales y libros de texto de calidad y la escasez de personal también impiden su educación.
La falta de documentación civil también impide que algunos niños y niñas yazidíes vayan a la escuela. Muchos perdieron sus documentos de identidad durante el genocidio, mientras que los más pequeños pueden no haber sido registrados al nacer. Sin estos documentos, no pueden acceder a servicios básicos como la educación y la salud. Obtener una nueva documentación puede ser caro y complejo. Los niños y niñas nacidos en cautiverio se enfrentan a retos aún mayores, ya que en Irak se exige una prueba de paternidad para la inscripción de los padres no casados. De no ser así, el niño es registrado como musulmán, lo que lo convierte en no yazidí tanto legal como culturalmente, estigmatizándolo aún más.
Rizgar Aljaff, director interino de Save the Children en Irak, señala: "La infancia yazidí sigue viviendo con miedo por lo que ellos y sus familias experimentaron a manos del ISIS, y por lo que experimentan en su vida diaria ahora. Se les siguen negando sus derechos fundamentales como niños. La atención y el apoyo urgentes que necesitan para ayudar a procesar su trauma y sanar siguen faltando de forma flagrante. Muchos niños y niñas siguen desaparecidos. Si nada cambia, los impactos del genocidio en la infancia yazidí sólo se harán más profundos cada día que pasa."
Las peticiones de Save the Children
Save the Children hace un llamamiento a la comunidad internacional para que colabore con el Gobierno de Irak y el Gobierno Regional del Kurdistán en la creación de servicios especializados para que los niños y niñas yazidíes supervivientes se reintegren en sus comunidades, inviertan en educación e infraestructuras de calidad en las comunidades yazidíes y garanticen que quienes sobrevivieron a la violencia sexual y el reclutamiento puedan reincorporarse al sistema educativo con apoyo psicosocial y de salud mental.
También deben tomar medidas para garantizar que los niños yazidíes reciben justicia y reparación por las graves violaciones, los crímenes contra la humanidad y los crímenes de guerra perpetrados contra ellos.
La organización de defensa de los derechos de la infancia también pide al gobierno de Irak que garantice que todos los niños y niñas yazidíes puedan obtener documentación para acceder a necesidades y derechos básicos como la educación y la sanidad, y que modifique las leyes necesarias para permitir que las madres de los niños nacidos de la guerra puedan elegir la religión de sus hijos en el momento del registro.
Save the Children lleva operando en Sinjar desde 2017 para apoyar a las familias que regresan. Trabajamos junto a las comunidades y en asociación con grupos locales para ayudar a las personas a encontrar trabajo, reconstruir las infraestructuras de la comunidad y proporcionar servicios esenciales, como la asistencia sanitaria y el asesoramiento jurídico.