El-altavoz-de-la-infancia

 

Me llamo Judith y tengo 18 años. A los 11 comencé a sufrir depresión, ansiedad y trastorno adaptativo, aunque hasta la mayoría de edad no me detectaron lo que tenía. Recuerdo que empecé a sentirme mal y, como tampoco lo exteriorizaba, comencé a autolesionarme, hasta que llegué a un punto que dije “mira, hasta aquí llego, como no pida ayuda voy a explotar”.

Así que, se lo conté a mi madre y ella me pidió ayuda al psicólogo por autolesiones y depresión. Sin embargo, hasta que no me escapé de casa, no me atendieron perfectamente. El problema era que yo iba saltando de psicólogo en psicólogo.

De hecho, acudía a las consultas cada dos o tres meses, aunque a veces se demoraban hasta los cinco o seis. También recuerdo que, como mis padres no tenían dinero suficiente, tenía que ir a la sanidad pública. La medicación que me mandaban como tratamiento me hacía totalmente insensible y yo, al menos, creo que en ese momento necesitaba otro tipo de terapia, como pautas o algo más psicológico que psiquiátrico.

Para mí, quedar con mis amigos me supone un bienestar emocional, ya que me siento escuchada y puedo sentirme a gusto y sentir que nadie me juzgue. He aprendido que la salud mental es demasiado importante para tu bienestar y que quererte a ti mismo es lo primero que necesitas para querer a los demás.