El 23% de las chicas víctimas de violencia de género menores de 18 años con medidas de protección son andaluzas

Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2020 se registraron 118 chicas en Andalucía, mientras que en el resto de España fueron 514. Las menores andaluzas de 18 años representan el 1,7% de las mujeres de todas las edades con orden de protección o medidas cautelares por violencia de género en Andalucía (6.813).

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Es oficial, la violencia de género se encuentra totalmente instaurada entre las mujeres más jóvenes y adolescentes de Andalucía. Save the Children alerta de que el 23% del total de las chicas víctimas de violencia de género menores de 18 años con medidas de protección son andaluzas. En España son el 1,8% de un total de 29.215 mujeres de todas las edades en tales situaciones.

Además, según datos del INE, desde 2013 a 2020, 8 menores de edad fueron asesinados en Andalucía por violencia de género contra su madre (37 niños, niñas y adolescentes en España). Del total de los 8 niños y niñas víctimas mortales por violencia de género entre 2003 y 2020 en Andalucía, 7 eran hijas o hijos biológicos del presunto agresor y 8 vivían con su madre y con el presunto agresor. Solo en uno de los casos se habían realizado denuncias previas por maltrato y 3 de los supuestos agresores se suicidaron.

Save the Children, en su informe ‘No es Amor’, asegura que la violencia de género se encuentra totalmente instaurada entre las mujeres más jóvenes y adolescentes, tanto entre los propios adolescentes como en las relaciones que existen entre adolescentes y personas adultas. Sin embargo, esta violencia sigue en gran medida oculta e inviabilizada en los datos, campañas y actividades de sensibilización.

La violencia de género se encuentra totalmente instaurada entre las mujeres más jóvenes y adolescentes.”

De hecho, en España, solo el 21,7% de las mujeres víctimas violencia de género ha denunciado, según la Macroencuesta de 2019 sobre violencia de género. En el caso de las adolescentes, la organización cree que el número de denuncias podría ser menor, puesto que no hay registros específicos en dicha encuesta. Ante esta situación, Save the Children insiste en la necesidad de que los adolescentes y las adolescentes sean identificados como colectivo específico en los estudios y las encuestas realizadas por los organismos oficiales para conocer la magnitud del problema.

Además de la invisibilidad en los datos, las adolescentes que sufren violencia de género encuentran barreras para acceder a servicios de atención integral especializada que aúnen tanto la perspectiva de infancia como la de género. Si queremos prevenir este tipo de violencia, debemos repensar los roles y estereotipos de género, así como mitos y verdades sobre las relaciones.

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EL CASO DE ALBA, LA PUNTA DEL ICEBERG

Alba sufrió violencia de género cuando tenía 15 años. No sabía que lo que vivía era violencia de género porque “pensaba que solo les pasaba a las mujeres mayores, que no era una cosa de adolescentes”. Al no estar en el foco de las campañas de sensibilización contra la violencia de género, las adolescentes no se identifican como víctimas. Desconocen que controlar el móvil, que les hagan comentarios acerca de la ropa o con quién salen de fiesta sean conductas de violencia de género. A veces incluso lo entienden como un gesto de amor. La construcción de estos modelos amorosos o de relaciones basadas en la desigualdad y en mitos sobre el amor dificultan identificar los comportamientos agresivos, especialmente aquellos que no acaban en una violencia física, sino de control.

Desconocen que el control o los comentarios acerca de la ropa o con quién salen sean conductas de violencia de género. A veces incluso lo entienden como un gesto de amor”

También se suman factores propios de las relaciones en esta franja de edad: la intensidad de la primera relación amorosa, la creencia de que ese primer amor será el único y el verdadero, la influencia de la pornografía –el 47,4% de los adolescentes que ha visto contenido pornográfico ha llevado alguna escena a la práctica y no siempre con consentimiento previo, según el informe de Save the Children  Desinformación Sexual– y las redes sociales –que tienen un peso importantísimo y funcionan como una herramienta de celos, control, chantajes y humillaciones–. 

“No es amor que tu pareja te esté diciendo lo que tengas que hacer, que no puedas salir, por ejemplo”, reivindica Cristina (de 11 años), una de las adolescentes que participa en el Programa de Participación Infantil y Juvenil que Save the Children lleva a cabo en el distrito sevillano de Tres Barrios-Amate. Para Basma, de la misma edad, “la violencia de género es cuando un hombre le pega a una mujer”. Save the Children también recuerda que el 6,2% de las adolescentes de 16 y 17 años han sufrido violencia física por parte de parejas o exparejas, el 6,5% violencia sexual, el 16,7% violencia emocional y el 24,9% violencia psicológica o de control, según la Macroencuesta de 2019 –que solo recoge información a partir de los 16 años–. 

UNA OPORTUNIDAD PARA REVERTIR ESTA SITUACIÓN

Save the Children pide que esta problemática se aborde desde las actuales herramientas legales con las que se cuenta, teniendo como principal la Ley Orgánica de Protección Integral de la Infancia y la Adolescencia frente a la Violencia.

La también reciente aprobación de la Ley de Infancia y Adolescencia de Andalucía es la oportunidad para ser el marco normativo donde asentar el desarrollo de las disposiciones previstas en la mencionada Ley Orgánica de Protección Integral de la Infancia y Adolescencia contra la violencia, donde poder dotar de medidas de prevención, detección y atención integral a las niñas y adolescentes víctimas de violencia de género en el territorio. 

Necesitamos que la Ley Orgánica de Protección Integral de la Infancia y la Adolescencia frente a la Violencia despliegue todas sus medidas a todos los niveles administrativos. Esta ley, que nos ha situado a la cabeza a nivel mundial en legislación de protección a la infancia, no puede convertirse en papel mojado. Para ello, se debe elaborar ya la Estrategia de Erradicación de Violencia contra la Infancia, que pueda dotar de medidas de prevención, detección temprana y atención integral.