Afganistán seis meses después: Save the Children clama ayuda para los niños y niñas en riesgo inminente

 

El fotógrafo Jim Huylebroek ha viajado por el país junto a la organización para reflejar la crudeza de la situación

Afganistán, seis meses después

 

Serie fotográfica: https://bit.ly/3LDm1Rf 

Kabul, 18 de febrero de 2022. Desde niños y niñas que viven bajo una lona en un sótano hasta poblaciones en el desierto que cavan pozos y recolectan agua de lluvia, todas ellas reflejan las duras situaciones actuales en Afganistán y forman parte de una serie de imágenes para Save the Children del prestigioso fotógrafo Jim Huylebroek. En ellas resaltan la tragedia humana actual en el país cuando se cumple seis meses desde la dramática transición de poder.

El fotógrafo ha viajado por todo el país con Save the Children, desde las llanuras del norte devastadas por la sequía hasta las heladas calles de Kabul, capturando las historias de los niños y las niñas cuyas vidas han sido devastadas por la crisis humanitaria. El resultado ha sido la serie fotográfica Children on the edge of life.

Las imágenes cuentan las historias de su lucha por la supervivencia. Familias que toman decisiones imposibles sobre qué niño o niña pueden permitirse alimentar y cuál pasará hambre; bebés que mueren de camino al tratamiento médico; madres que dan a luz solas en suelos de tierra porque no pueden pagar el viaje al hospital; y niños y niñas obligados a trabajar en las calles para llevar comida a la mesa.

En el norte de Afganistán, Laalah, de 12 años, vive con su madre y otros cuatro hermanos en una tienda de campaña construida con lonas alquitranadas en el sótano de un edificio a medio construir. Su padre, Maalek, de 40 años, lucha por encontrar trabajo como albañil y, a veces, no tiene más remedio que enviar a sus hijos a buscar basura para vender o quemar para mantener la casa caliente.

“Cuando mis hijos no están en la escuela, salen y recogen la basura. Salen a la calle a recolectar y vender latas para poder pagar los gastos escolares o la comida. Mi sueño es encontrar un lugar, construir un hogar para ellos”, cuenta Maalek. Laalah añade que espera que haya escuelas en el futuro. “Quiero ir a la escuela. Ser maestro o médico. Quiero que vivamos bien, que comamos bien”.

Casi cinco millones de niños y niñas están al borde de la inanición mientras el país enfrenta su peor crisis alimentaria desde que comenzaron los registros. El triple impacto de la sequía, el conflicto y el colapso económico ha empujado a muchas familias a una situación extrema. Las familias venden lo poco que tienen para comprar comida, mandan a sus hijos e hijas a trabajar o se las arreglan solo con pan.

La retirada de la ayuda y la congelación de los activos financieros han llevado los servicios públicos de Afganistán al borde del colapso. Los hospitales de todo el país se han visto obligados a cerrar debido a que los salarios de los trabajadores de la salud se han agotado. Los niños y niñas gravemente enfermos son rechazados porque simplemente no hay medicinas para tratarlos y, donde están disponibles, los altísimos precios son inasumibles. 

En Kabul, Arzoo, de 12 años, la mayor de siete hermanos, no ha ido a clase en todo el invierno porque las escuelas están cerradas. Su padre no ha podido trabajar durante meses, la mayoría de los días solo comen pan porque no pueden pagar nada más. La madre, el padre y el hermano de Arzoo, de 18 meses, están enfermos, pero la familia no puede permitirse ir al médico. “Ahora no hay trabajo para mi padre y no puede llevar comida a casa. Un día tenemos comida y al día siguiente no”, cuenta. 

Su madre, Ferisha, de 36 años, asegura que no hay absolutamente nada de trabajo y que la gente está desesperada por conseguir comida. “Mi esperanza es que estudien y progresen; una solamente puede tener esa esperanza”, asegura. 

UN PAÍS DEVASTADO 

Chris Nyamandi, director de Save the Children Afganistán, explica que “cada una de estas historias es un poderoso recordatorio de la sombría realidad de las familias de todo el país, la lucha diaria para sobrevivir al invierno y las vidas de millones de jóvenes que están en riesgo”. 

Según Nyamandi, “se está acabando el tiempo para que los niños y las niñas afganos obtengan el apoyo urgente que tan desesperadamente necesitan. Las familias están haciendo todo lo que está en su mano, tomando decisiones imposibles sobre quién come y quién no. La ayuda humanitaria puede ayudar a los niños y las niñas a pasar el invierno, pero esta crisis no se puede resolver solo con ayuda”. 

Afganistán es una economía basada en el dinero en efectivo. Por ello, Save the Children pide que la comunidad internacional encuentre una manera de desbloquear fondos y activos financieros para evitar más pérdidas masivas de vidas.

Save the Children está distribuyendo dinero en efectivo, ropa de invierno y combustible a las familias en algunas de las áreas más afectadas para ayudarlas a mantenerse abrigadas y alimentadas durante el crudo invierno. La asistencia en efectivo ayuda a evitar que las familias recurran a medidas desesperadas que afectan negativamente a los niños y las niñas, como el trabajo infantil, el matrimonio infantil y la reducción de las comidas.

En 2021, las unidades móviles de salud de Save the Children en Afganistán realizaron cerca de 375.000 controles y trataron a más de 12.000 niños y niñas por desnutrición. 

SOBRE SAVE THE CHILDREN

Save the Children es la organización independiente líder en la promoción y defensa de los derechos de niñas, niños y adolescentes. Trabaja en más de 120 países atendiendo situaciones de emergencia y programas de desarrollo. Ayuda a los niños y niñas a lograr una infancia saludable y segura.

En España trabaja desde hace más de 30 años con programas de atención a los niños y niñas más vulnerables, centrados en la infancia en riesgo de pobreza o exclusión social. A través de sus programas en España, proporcionan una atención integral a los niños, niñas y sus familias para que la situación económica o de exclusión social en la que viven los niños no les impida disfrutar plenamente de sus derechos y puedan alcanzar el máximo de sus capacidades.