Save the Children En Beirut
Líbano una semana después de la explosión
Por Nour Wahid, compañera de comunicación de Save the Children en Beirut, Líbano.
Al principio, la columna de humo, que se elevaba directamente hacia el cielo sobre Beirut, parecía un signo de exclamación gigante flotando sobre la ciudad, como para resaltar lo absurdo que han sido estos últimos doce meses. Entonces ocurrió la primera explosión.
Una semana después, Líbano todavía parece una zona de guerra
Los escombros cubren las calles. Muchas de las ventanas alrededor de mi bloque de apartamentos están ahora cubiertas con telas o tablas de madera.
La gente teme los gases tóxicos. Tienen miedo dentro de sus propias casas, pero también tienen demasiado miedo para salir e irse de la ciudad.
Ayuda a niños y niñas de Beirut
Todos recuerdan dónde estaban cuando ocurrió la inmensa explosión.
El pasado 4 de agosto fue uno de los pocos días, de los últimos cinco años, en los que decidí salir temprano de la oficina de Save the Children en Beirut. Vivo a diez minutos del puerto. Estaba acostada en mi cama y mi hermana me mostraba un vestido nuevo. Cinco de mis sobrinas y sobrinos jugaban en el balcón.
La gente pasa mucho tiempo en sus balcones en Beirut. La crisis económica y financiera de Líbano ha provocado una grave crisis económica que ha afectado las importaciones de combustible. Los apagones y la escasez de combustible hacen que muchas personas se sienten cerca de sus ventanas y en los balcones para tomar un poco de aire fresco y luz solar.
La mayoría de los comercios ya estaban cerrados en Líbano por la pandemia. En Beirut, el confinamiento impuesto por la Covid-19 se había levantado el día anterior, pero uno nuevo iba a entrar en vigor el jueves. Era un breve momento de alivio, una oportunidad para conectarse con familiares y amigos, hacer ejercicio y tratar de relajarse.
El día de la explosión me levanté y decidí publicar una foto de mi hermano y su hijo en Instagram porque era su cumpleaños. Iba de una ventana a otra para intentar conseguir la mejor luz. Cuando regresé a mi habitación, el suelo comenzó a temblar. Líbano no es ajeno a los terremotos y muchas de las personas que sintieron el estruendo corrieron hacia sus pasillos.
Podía escuchar gritos alrededor del edificio y en las calles. Corrí descalza hacia el pasillo. Mi hermana gritaba: "¡Se está cayendo todo! ¡Se está cayendo todo!". Le dije que el edificio no se iba a caer, que se trataba de un terremoto. Ese mismo pensamiento salvó a mucha gente.
Notamos movimientos de izquierda a derecha en todo el edificio, muchas veces. Mi hermana corrió hacia la puerta principal. Fue entonces cuando se produjo la segunda explosión.
Todas las ventanas del apartamento explotaron. Mi hermana cruzó rápidamente la habitación. La puerta principal de la casa nos golpeó a ambas. Más tarde supe que me había fracturado el brazo.
La onda de energía que emanó de la explosión hizo que las ventanas se hicieran añicos y los techos colapsaran en todo Beirut. Sobre las aceras llovían cristales rotos, ladrillos y cemento. Se destruyeron vehículos y medios de vida.
Como ya no teníamos una puerta de entrada, pude ver y escuchar a diferentes vecinos subiendo y bajando las escaleras, gritando y llorando. En la confusión, escuchamos relatos contradictorios: “Fue un bombardeo”; “Es un ataque”; “Fue una explosión”; “Es un terremoto”.
Todos mis sobrinos resultaron heridos, les sangraban los pies por correr descalzos sobre el cristal. Todos los hospitales y clínicas de Beirut estaban desbordados. No queríamos arriesgarnos a ir al hospital. La explosión había dañado gravemente a cuatro. Además, antes de la explosión, muchos estaban solo al 80% de su capacidad debido a casos de coronavirus.
El trabajo en las oficinas de Save the Children en Beirut
Las organizaciones humanitarias normalmente aparecen inmediatamente después de una crisis o desastre. Pero no es común estar en la zona cero cuando ocurre el desastre. Las oficinas de Save the Children en Beirut están a solo cinco kilómetros del puerto y sufrieron graves daños.
Fui allí para ver cómo estaban mis colegas y resultó que muchos también habían corrido hacia el pasillo después de la primera explosión, por lo que se salvaron cuando ocurrió la segunda explosión.
Algunos no tuvieron tanta suerte
Vi a un hombre herido que se sostenía la cabeza con las manos. Su esposa estaba embarazada. Vinieron a ver al médico en nuestro edificio, porque tenían miedo de que el bebé hubiera muerto.
Alrededor de 100.000 niños y niñas en Beirut han visto sus hogares destruidos. En total 300.000 personas se han quedado sin hogar o han sido desplazadas.
La explosión no pudo haber ocurrido en peor momento. El tejido socioeconómico de Líbano se ha deteriorado rápidamente. Protestas en las calles, desesperación por la crisis financiera, problemas en los bancos, robos por todas partes… Además, el precio de la comida, el alquiler y otras necesidades se ha disparado.
Solo una semana antes de la explosión, Save the Children había publicado un nuevo análisis que mostraba que la economía, en colapso, había empujado a más de medio millón de niños y niñas en Beirut a luchar por su supervivencia. Antes de la pandemia, en el área metropolitana de Beirut, 910.000 personas, incluidos 564.000 niños y niñas, no tenían suficiente dinero para comprar los productos de primera necesidad.
La gente ya estaba en un estado de alerta elevado
Antes de la explosión, ya alertamos del alto riesgo de que niños y niñas murieran de hambre a finales de 2020. Líbano comparte su frontera norte y oriental con Siria, por lo que, además de la crisis económica, lidiamos con las consecuencias de la guerra en el país vecino. Tenemos más de un millón de refugiados sirios en Líbano que necesitan ayuda.
Todos estos problemas anteriores a la explosión se han incrementado después de que nuestro puerto principal haya quedado completamente destruido. Por este puerto entran alrededor del 60% de las importaciones de Líbano, incluidos los alimentos. Además, los silos en el puerto almacenaban el 85% del grano del país, por lo que prácticamente todo ahora está echado a perder. Diecisiete contenedores de equipo de protección personal para responder al coronavirus también fueron destruidos en la explosión.
Líbano, en una situación extrema
La columna de humo, que se elevaba directamente hacia el cielo sobre Beirut, parecía un signo de exclamación gigante flotando sobre la ciudad, como para resaltar la situación de los últimos doce meses. La amenaza inmediata a la vida puede haber pasado. El humo se disipó. Pero el signo de exclamación ha sido reemplazado por un signo de interrogación aún mayor.
Nos preguntamos a diario: ¿Puede Líbano sobrevivir?
Cómo ayudar a los niños y las niñas de Beirut
Con tu apoyo podemos dar protección y alimentos a la infancia libanesa.