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Día 3 - La playa de los cayucos

El tercer día de viaje sabíamos que iba a ser uno de los más difíciles. Fuimos con Omar a la playa de donde salen los cayucos. Él se montó en un cayuco similar cuando tenía 17 años y tras haber pagado 500€. El cayuco en el que Omar viajó con otras 150 personas empezó a hundirse al tercer día de travesía en el mar, los otros cuatro días restantes los pasaron haciendo turnos para sacar el agua con cubos hasta conseguir llegar a la costa de Tenerife. 

Sabemos que la historia de Omar es muy dura, pero nos queda por saber cómo lo vivieron Bruno y Unai.

Bruno: “Es mi segundo día en Senegal y he visto y vivido muchas cosas nuevas para mí"

Hoy después de desayunar, hemos ido a ver el lago rosa donde había muchas mujeres transportando kilos de sal encima de la cabeza para almacenarla y luego venderla. Me ha impresionado mucho la dureza con la que trabajan para poder ganarse un dinero.

También hemos visitado la playa de donde salió Omar en patera. Mientras paseábamos por la playa Omar nos ha contado cómo llegó en patera a Tenerife, nos ha dicho que en medio del viaje se les rompió una parte del suelo.

Le he preguntado si le dio miedo comenzar un viaje tan arriesgado y me ha respondido que él empezó a arrepentirse cuando ya estaba dentro de la patera porque comenzó a comprender los peligros que tenía. Él dice que si tuviera que volver a hacerlo no lo repetiría.

Me gusta mucho la amabilidad con la que me trata la gente.

Unai: “Parece que cada minuto que paso con Omar, me pongo más en su piel, y consigo empatizar más con su situación"

Todos hemos visto por la televisión las pateras, y los miles de refugiados navegando por el mar. Pero vivirlo, ver a la gente que realmente no tiene nada, rodeada de basura y sin apartar la sonrisa de la cara, trabaja duro todo el día, soñando en marchar algún día es otra cosa.

Desde el primer día en el que pise Senegal ya veo las cosas diferentes, y en unos días, espero verlas también. Me encanta ver cómo la gente, a pesar de sus escasos recursos, parecen más felices que las personas en Europa. A pesar del sol, y de estar agotado, tengo muchísimas ganas de seguir conociendo este lugar. Espero que pronto, nadie tenga la necesidad de arriesgar su vida para vivir de una manera decente.

Niños migrantes, no adultos

Cuando Omar llegó a Tenerife, nadie comprobó si era menor de edad y pasó cinco semanas internado en un centro de internamiento de extranjeros hasta que consiguió el traslado a casa de unos parientes en la península. El miedo, la inseguridad y las dudas es algo que no deberían vivir los niños migrantes. Pídele a la Unión Europea que no trate a los niños migrantes como adultos y se asegure que sus derechos son respetados.

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