Refugiados sirios en Iraq: nadie estaba preparado para esto
La siguiente entrada ha sido escrita por nuestra compañera en Iraq, Tue Jakobsen.
En los últimos día más de 30.000 personas han cruzado Siria hacia el norte de Iraq tras la reapertura de la frontera.
Al menos 7.500 refugiados viven ahora en el campo de Kawergosk, a pesar de que todavía está siendo construido. Las condiciones son extremas, con frecuentes tormentas de arena, agua muy limitada e insuficientes tiendas de campaña para la repentina y apabullante llegada de personas.
Salir de la tienda y respirar el aire fresco da cierta sensación de alivio y me hace tiritar por unos segundos.
Pero la única razón por la que este aire de arena a 40º del norte de Iraq me parece fresco es porque he pasado más de media hora dentro de las nuevas tiendas de campaña que se han establecido en el campo de Kawergosk, en la región kurda de Iraq.
“¿Cómo puede alguien vivir dentro de estas tiendas?”, me pregunto a mi misma.
Tormenta de arena
Mientras estoy fuera de la tienda llega una fuerte tormenta de arena. Todo el mundo alrededor se cubre la cara. Al principio me quedo allí, demasiado impresionada por la imagen.
Pero cuando la tormenta comienza a golpearme fuerte entiendo porque la gente reacciona tan rápido. De pronto, mi boca, mi nariz, mis ojos están llenos de arena y el ardiente aire llena mis pulmones.
Las personas que viven aquí experimentan esto mismo cada 15 minutos. Como me contaba una familia, el suministro de agua es insuficiente para, incluso, lavar a los niños.
Exhaustos
Hace apenas dos días estaba en la recién abierta frontera entre Siria e Iraq cuando llegaban, exhaustas, miles de familias que traían consigo todo lo que habían podido cargar.
Desde el pasado jueves han cruzado la frontera cerca de 30.000 personas. La ONU calcula que 7.500 de esas personas ya están asentadas en el el campo de Kawergosk.
Peligro
Pero el campo todavía está siendo construido. Enormes camiones y máquinas de construcción acaparan los caminos. Ves a algunos niños y niñas jugar fuera pero, la mayoría, permanecen al lado de sus padres.
“Este no es un lugar seguro para los niños”, me explica una madre.
Y estoy de acuerdo.
El nuevo influjo de refugiados está presionando hasta al límite tanto al gobierno kurdo como las organizaciones de ayuda.
Save the Children está distribuyendo comida y otros artículos básicos en la frontera. Trabajamos con la ONU y otras organizaciones para coordinar las acciones y ofrecer la ayuda que tan desesperadamente se necesita.
La Televisión Kurdo-Iraquí ha lanzado una campaña en el país para recolectar comida y artículos. En uno de los pocos minutos que he tenido hoy libres, vi en la tele un programa en el que se insistía en que la población kurda debía movilizarse para ayudar a los refugiados.
De camino entre el campo de Kawergosk y el de Domiz, me crucé con 25 autobuses llenos de sirios cruzando la frontera. Sin apenas tiendas de campaña en Kawergosk, me pregunto donde van a pasar la noche todas estas familias.
Creo que lo único que puedo asegurar es que nadie estaba listo para esto.