¿Quién está pagando realmente el precio del conflicto en Sudán del Sur?
Loul Deng es un jugador profesional de la NBA y ha jugado para los Chicago Bulls y los Cleveland Cavaliers. Fundador de la Luol Deng Foundation. colabora con las iniciativas de protección de Save the Children en Sudán del Sur.
El día en que Sudán del Sur consiguió la independencia fue probablemente uno de los más felices de mi vida. La nación más joven de África – mi hogar – rebosante de optimismo y esperanza. Yo estaba allí, en Freedom Square, en la capital, Juba. Celebrándolo con mis padres, mis hermanos y mis compatriotas. Todos compartíamos un mismo mensaje de prosperidad y armonía, hablábamos de un futuro prometedor. No puedo describir con palabras lo que sentí.
Pero en el tercer aniversario del país, la realidad de un conflicto cada vez más arraigado ha convertido el optimismo y la esperanza en desesperación y miedo. Sabía que el camino que teníamos por delante no sería fácil tras décadas de guerra, pero nunca imaginé que sería así."
Desde el pasado mes de diciembre, cuando estalló el conflicto, decenas de miles de personas han muerto, casi 400.000 han huido a países vecinos y más de un millón siguen desplazadas dentro de las fronteras de Sudán del Sur. En los primeros días las ciudades se redujeron a cenizas, incluyendo casas, escuelas y hospitales.
El alto el fuego de mayo apenas se respetó.
Arrasado por el conflicto y al borde de la hambruna, el futuro de Sudán del Sur pende de un hilo. Y con el 60% de la población menor de 18 años, los niños están entre los más vulnerables de esta crisis humanitaria.
La falta de alimentos ha dejado a cientos de miles de niños en riesgo de desnutrición. Los más pequeños están siendo además víctimas de formas terribles de violencia.
Sé lo que significa que la guerra te robe tu infancia. Cuando tenía cinco años y estalló el conflicto en Sudán, mi familia y yo fuimos de los afortunados que pudieron huir a Egipto. Cuatro años después, conseguimos asilo en Reino Unido. Mis hermanos y yo admirábamos al Manute Bol, jugador de baloncesto de Sudán del Sur, y empezamos a jugar en un equipo. Igual que hizo Manute, tuve la suerte de convertir el deporte que amaba en una carrera profesional como jugador de la NBA en Estados Unidos.
Muchos niños de mi país no están teniendo tanta suerte. Sus vidas se han convertido en una lucha por sobrevivir y sus infancias les han sido arrebatadas."
En varias zonas del país los niños han sido objetivo de ataques, secuestrados y asesinados, han presenciado atrocidades y han visto cómo mataban a miembros de su familia. Muchos se han perdido en el caos, llegando solos a los campos y sin saber si sus familiares están vivos.
El sistema educativo de Sudán del Sur ha afrontado muchos desafíos, y ahora las escuelas también están siendo objetivo de los ataques. Más de medio millón de niños no pueden ir a clase porque han tenido que huir de sus casas o porque sus escuelas han sido ocupadas por grupos armados o familias sin hogar. Esto es lo último que necesita un país con un 75% de su población analfabeta.
Por si fuera poco, las lluvias han traído más enfermedades. Las carreteras a las zonas más remotas se están volviendo intransitables, impidiendo el acceso a las organizaciones de ayuda humanitaria. La malaria y el cólera son consecuencia del empeoramiento de las condiciones de vida. Soportar esta situación tiene un impacto psicológico enorme sobre los niños.
El personal de Save the Children, que trabaja en Sudán del Sur para proteger a los niños y sus familias, me cuenta que han visto a niños desmayarse simplemente por escuchar un fuerte ruido, y algunos se han quedado mudos. Los niños que se recuperan de la violencia necesitan apoyo y protección para evitar un daño psicológico a largo plazo.
Muchos de los que han conseguido llegar a los campos de desplazados en lugares como Akobo, cerca de la frontera con Etiopía, han podido entrar en los espacios seguros para niños de Save the Children, que proporcionan a los niños un sitio donde jugar y olvidarse de lo que han vivido.
¿Qué se debe hacer para acabar con este terrible sufrimiento?
Todas las partes deben respetar el acuerdo de alto el fuego firmado en mayo. No debe producirse ni un ataque más hacia escuelas u hospitales. La violencia y la brutalidad contra los niños debe parar. Los trabajadores de las agencias humanitarias deben tener acceso libre a la población que lo necesite.
Pero sobre todo, se necesitan fondos para salvar las vidas de los niños y evitar más sufrimiento en los próximos meses. La comunidad internacional y los líderes de Sudán del Sur deben intensificar su esfuerzo para ayuda a los niños de mi país. Lo que está pasado es una tragedia, pero si no hacemos nada la situación puede empeorar aún más.