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Queda tanto por hacer

Este post ha sido escrito por Yolanda Román, responsable de Incidencia Política.

Cuando le dije que dejaba mi trabajo en Save the Children, mi hija me hizo una de esas preguntas obvias que sólo la inteligente lucidez de un niño puede formular en voz alta: ¿por qué, mamá, ya no hay niños que salvar?

Mientras termino de recoger mis cosas del despacho y envío los últimos mensajes de despedida, entre lagrimones, una frase se repite obstinada en mi cabeza: queda tanto por hacer. Intento valorar los logros de estos años, pero me sale el cálculo de los retos pendientes.

Esta ha sido mi última semana de trabajo en Save the Children. Y ha sido, como todas en los últimos tres años, intensa. Cual regalo de despedida, el lunes España ratificaba el III Protocolo de la Convención sobre los Derechos del Niño, que permitirá la presentación de quejas ante una instancia internacional en casos de violaciones graves de esos derechos. Es un avance importantísimo por el que las organizaciones de infancia hemos trabajado mucho. Sin embargo, como si de un antídoto contra la autocomplacencia se tratara, ayer mismo conocíamos que la Consejería de Educación de Cataluña ha detectado 2.100 casos de malnutrición infantil.

Casi al mismo tiempo que se publicaba esta noticia, mi querida Virginia Rodríguez y yo entrevistábamos a dos familias beneficiarias de los programas de intervención de Save the Children en un barrio de Madrid. Casos concretos de pobreza y exclusión social con los que pretendemos ilustrar nuestro próximo informe. Familias desesperadas que llevan meses sin poder pagar el comedor escolar de sus hijos o que sólo pueden darles para cenar las sobras de ese mismo comedor, que el personal del centro buenamente les ofrece. En mi última semana en Save the Children he visto a un hombre hecho y derecho llorar como un niño mientras le decía a su mujer: “cuéntales tú, cuéntales tú que yo no puedo”. Un baño de realidad como un latigazo en toda la cara.

Durante tres años he tenido el honor de formar parte de Save the Children y de dirigir al equipazo de mujeres del Departamento de Incidencia Política. Creo sinceramente que con nuestro trabajo y el de nuestros compañeros y aliados hemos contribuido a fortalecer el sistema de protección de los derechos de los niños y las niñas y a dar más visibilidad a sus problemas y necesidades en la agenda política y en el debate social en España. Tengo razones objetivas para sentirme orgullosa del trabajo de investigación, de relaciones institucionales y de comunicación que hemos llevado a cabo y, sin embargo, ahí está la frase, machacona e inevitable: queda tanto por hacer.

Me voy a enfrentar nuevos retos y a defender otras causas, pero dejo aquí un grupo de profesionales empeñados en hacer que los derechos de los niños y las niñas sean una prioridad política. Y dejo la Agenda de Infancia y el informe Más allá de los golpes y tanto esfuerzo y tantas ganas y tanta convicción.

Y aunque queda mucho por hacer y porque queda mucho por hacer, quiero despedirme dando las gracias a todos los interlocutores políticos que durante estos años me han demostrado su compromiso con los derechos humanos y de la infancia, muy especialmente a Salomé Adroher, Directora General de Infancia y Familia, y a los diputados Carles Campuzano, Nacho Uriarte, Susana Camarero, Eduardo Madina, Rosa Aguilar, Gaspar Llamazares y Carmen Quintanilla, entre otros. Espero que con su apoyo decidido y el trabajo de Save the Children y otras organizaciones consigamos, como nos hemos propuesto, que esta sea la legislatura de la infancia.

Yo desde donde esté, seguiré apoyando y aplaudiendo esta importante labor. Además, hoy he tenido que prometerle a mi hija, para tranquilizarla, que algún día volveré a salvar niños. Así que, quién sabe.