El tsunami separó a Rina de su familia y el esfuerzo la reunió de nuevo con su padre
Cuando el tsunami golpeó Banda Aceh hace cinco años, Rina, de cuatro años, estaba sentada en la calle junto a su casa. Su madre, que escuchó gritos que alertaban que una ola gigante se acercaba, cogió a Rina y su hermana y comenzaron a huir. “Sentí el temblor del terremoto. Después un pescador gritó que el tsunami estaba a punto de llegar. Mi madre me llevaba en brazos pero cuando la ola llegó nos separó”. Desde aquel momento, Rina nunca volvió a ver ni a su madre ni a su hermana.
Rina, en el agua, logró salir gracias a la ayuda de un joven que consiguió alcanzarla con un palo. Después, se la llevó a casa de Halimah y su marido que, aunque inundada, permanecía en pie. El matrimonio acogió y cuidó a la niña los días después tras el tsunami.
Rina se despertaba gritando durante la noche y estaba muy enferma. La cuidamos como si fuera nuestra hija, intentamos darle todo el cariño”
Halimah.
Mientras, el padre de Rina, Mustafah, se encontraba trabajando en la cercana Medan, la capital de Sumatra del Norte, cuando comenzó el desastre. Volvió en camión a Banda Aceh y caminó durante el último tramo ya que la destrucción provocada por el tsunami hacía imposible el transporte en cualquier vehículo.
No dejé de buscar a mi mujer y mis hijos desde el primer día que volví. Los busque en todas partes y en cada lugar donde me decían que había niños refugiados tras el tsunami. Mis amigos me ayudaron. Veía como otra gente encontraba a sus familias y eso me ayudaba a mantener la esperanza”.
Padre de Rina
Un día, un mes después del 26 de diciembre en que sucedió el desastre, el hermano de Mustafah llamó para contarle que el nombre de Rina estaba en una lista de Save the Children con los nombres de niños que habían sido encontrados. Mustafah se apresuró a nuestra oficina para comprobar si realmente su hija estaba viva.
Como después de cada desastre, establecimos un programa de reunificación familiar que se puso en marcha en los días posteriores al azote del tsunami. Rina había indicado a uno de nuestros compañeros su nombre, el de sus padres y el del lugar donde vivían. Su padre pasó por un proceso de entrevistas muy riguroso para comprobar que realmente Rina era su hija. Para Mustafah la espera fue interminable.
Me preguntaron como era Rina, si tenía alguna marca que la pudiera identificar. No podía esperar a verla”.
Mustafah.
A Rina la mostraron una serie de fotos y le pidieron que identificara a su padre. No tenía ninguna duda y cada vez que le preguntaban señalaba al mismo. Una vez que estuvieron seguros de que Mustafah era el padre de Rina, nuestros compañeros le llevaron a la casa de Halimah.
Había más niños en la casa y al principio no la reconocí porque ya no tenía el pelo largo. Pero cuando se giró y me sonrió supe que era ella”
Mustafah.
El reencuentro fue muy feliz y silencioso. Hoy, Rina es una sonriente niña de ocho años y número 3 en su clase de cuarto grado. Su asignatura favorita es danza tradicional. De mayor quiere ser policía “para coger a los malos y conducir una moto”. Mustafah todavía guarda la ropa que ambos llevaban el día que se reunieron. Rina es una de las 1.300 niñas y niños en Indonesia a los que logramos reunir con su familias.
El mayor esfuerzo en respuesta a emergencia en la historia de Save the Children
El terremoto y el tsunami que asolaron el Sudeste Asiático el 26 de diciembre de 2004 acabaron con la vida de más de 230.000 personas en 11 países distintos convirtiéndolos en uno de los desastres con más víctimas de la historia. Indonesia, India, Sri Lanka y Tailandia fueron los más castigados. Para nosotros, el tsunami representó el mayor esfuerzo en respuesta a una emergencia y ha sido toda una experiencia de la que hemos aprendido muchas lecciones.
Nuestra respuesta fue inmediata en estos países (también en Somalia, que también resultó afectada), ofreciendo alimentos de emergencia, agua y artículos sanitarios, estableciendo cocinas comunitarias en refugios temporales, creando zonas de juego seguro y clases temporales para los niños, distribuyendo material escolar, aportando la posibilidad de intercambiar trabajo por dinero en efectivos y ofreciendo todos tipo de actividades de ayuda inmediata además de los trabajos de reunificación familiar con los niños separados, como en el caso de Rina.
Estabamos en el terreno cuando el empezó todo. Nuestro trabajo ha servido para atender a más de 1 millón de personas, la mayoría de ellos niños y niñas, en más de 1.000 ciudades y pueblos afectados paro el tsunami. Hoy, cinco años después, continuamos día a día con nuestro trabajo con las familias, las comunidades y los niños y niñas de las zonas afectadas. En aquel momento establecimos un programa de cinco años para asegurar que la ayuda inmediata ofrecida en las primeras semanas y meses tras el desastre resultaría en una mejora a largo plazo en la vida de los niños. Esta importante labor continúa a través de cuatro áreas principales de desarrollo: protección infantil, salud y nutrición, educación y medios de vida.
Los progresos a los que nuestro trabajo ha contribuido son evidentes en toda la región:
- Los niños y las niñas acuden a las nuevas escuelas construidas o recuperadas. En Indonesia, uno de los países más afectados y donde se concentró el 60% de nuestro trabajo, nuestros programas de reconstrucción sirvieron para que 10.800 niños y niñas disfruten hoy de 41 nuevas escuelas.
- Más de 1.300 niños y niñas fueron reunidos con sus familias en Indonesia. En la provincia de Aceh, trabajamos en 11 orfanatos para mejorar los estándares de cuidado y atención y reducir el número de aquellos niños y niñas que son ubicados en instituciones a pesar de que conservar a alguno de sus padres. En ese país hemos liderado una iniciativa para llamar la atención sobre este problema ya que la crítica situación económica de muchos padres les obliga a enviarlos a instituciones, con las consecuencias que ello puede tener en el desarrollo del niño.
- Hemos centrado mucho de nuestro trabajo en la recuperación psicológica de los niños y niñas que sobrevivieron al tsunami. Tras las primeras semanas después del tsunami, establecimos un efectivo programa de apoyo escolar para ayudar a los niños y niñas a recuperar su confianza y sentido de la seguridad tras la crisis a través de actividades como el teatro, la música y el baile además del apoyo de psicólogos. Los informes de evaluación del programa en Indonesia han sido tan positivos que el mismo se implementó en los colegios de las zonas afectadas tras el huracán Katrina.
- Las familias que se quedaron sin hogar tras el tsunami han sido reubicadas en lo que hoy pueden llamar su hogar. Sólo en Indonesia, hasta un total de 1.000 familias disfrutan hoy de un nuevo hogar gracias a nuestro programa de reconstrucción.
- Tanto los niños y niñas como sus padres tienen acceso a nuevos centros sanitarios construidos a distancias asequibles para las familias. En Indonesia, un total de 200.000 personas disfrutan de 18 nuevas clínicas.
- Los pescadores han recuperado sus medios de vida gracias a la construcción de nuevas barcas y cientos de profesores, trabajadores sociales y propietarios de pequeños negocios han recibido formación para realizar su trabajo de un modo más efectivo. Además de los programas de recuperación de los medios de vida, establecimos también una institución de microfinanzas totalmente autosostenible que permite disponer de capital a aquellos individuos y emprendedores que de otros modo nunca lograrían acceso al capital necesario para empezar o mantener sus negocios.
- Comunidades con tendencia a sufrir desastres están mejor preparados y tienen ahora capacidad para enfrentarse a nuevas emergencias gracias a nuestros programas de reducción de riesgo en desastres. Nuestros expertos en la materia continúan ofreciendo consejo y apoyo a muchas comunidades costeras para ayudarles a planificar y prepararse frente a futuras emergencias. En las escuelas, trabajamos con los niños para que sean ellos mismos los que creen los mapas para las comunidades, reconociendo los peligros y elaborando rutas de escape.
La respuesta al tsunami representó el mayor esfuerzo en emergencias en la historia de nuestra organización. Pero sin duda, el mayor reto vino representado por la transición de la asistencia de emergencia a los programas de desarrollo sostenible. Y una de las grandes lecciones aprendidas tras aquella respuesta fue la necesidad de estar preparados frente a los desastres, la importancia de que tanto las comunidades como los propios niños y niñas sepan qué hacer en el caso de que algo así vuelva a suceder.