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Maltrato infantil de género

Con ocasión del ‘Día contra la violencia de género’ iniciamos esta serie invitando a la Fiscal delegada de Andalucía de violencia a la mujer y contra la discriminación por identidad sexual, Flor de Torres Porras, a escribir sobre lo que ella denomina ‘maltrato infantil de género’.

Cuando Sergio fue asesinado por su padre  apenas había cumplido 9 meses. Se encontraba abrazado a su madre Irina de 28 años pues estaba siendo alimentado por ésta.

Hechos

I.D. (iniciales del padre) atravesó  el cuerpo de Irina  de ocho puñaladas por la espalda y a su hijo Sergio previamente  de cuatro más el 28 de mayo de 2004.  Su padre había cogido dos cuchillos de la cocina para asegurar sus golpes certeros. Sergio fue trasladado en brazos de su madre mortalmente herida al domicilio de una vecina, donde falleció.

I.D. pudo llevar a cabo su plan certero, preciso y cobarde de acabar con las dos vidas. Antes se cercioró de que Irina viera morir a su hijo Sergio en sus brazos. Ocurrió media hora antes de que su madre lo hiciera. Antes de morir, Irina tuvo plena conciencia de que su hijo había sido asesinado por su padre. Hechos estos recogidos en la sentencia firme que le condenó.

En la violencia de género no hay una sola víctima

A nadie se le puede escapar que en este caso real ya juzgado, firme y confirmado por el Tribunal Supremo y  al cual asistí como Fiscal tuve que representar  a dos víctimas  independientes de actos que tienen su origen y su fin en la violencia de género. Sergio al igual que su madre Irina era la otra  víctima de la violencia de género.

Junto  a su madre había evidenciado y sufrido ataques de un padre y esposo maltratador. En actos independientes Y es que sus cuerpos presentaban pruebas evidentes  de agresiones previas fruto de una vida de violencia de género. Sergio apenas había cumplido un año pero en  su escasa existencia solo conoció la tragedia de la violencia de género, pagando con su vida  la desgracia de un padre maltratador.

Sobre este punto de partida no podemos silenciar, invisibilizar, no nombrar o ignorar  a los otros héroes de la violencia de género: aquellos que desde su temprana edad les toca defender a sus madres y defenderse  de padres como el de Sergio.

Son los menores que viven en alerta. Pero también los salvadores de sus madres, los que hablan en Juzgados en su nombre, aquellos que han adquirido madurez y  una fortaleza inmensa como secuelas de la violencia de género que habita en sus casas.

Maltrato infantil de género

Al igual que Sergio, 7 hijos de la violencia de género en los dos últimos años han sido asesinados por sus padres en actos simultáneos  a sus madres. Comenzamos a ponerles cara, nombres y apellidos. Y es que las menores y los menores son mucho más víctimas, si aún cabe en esa palabra, pues hasta ahora  han sido invisibles. Por eso es muy importante hablar de ellos y ellas, porque así estarán siempre presentes. Y es que lo que no se nombra, no existe y su extrema situación necesita que sea visible. Es el  ‘maltrato infantil de género”.

Y lo es porque un menor expuesto a la violencia de género  necesariamente desarrolla patologías  conocidas y evaluadas. Y le afectarán en su desarrollo emocional, social, cognitivo y físico.

El maltrato infantil de género estuvo presente en Sergio y en todos los menores que él representa. Su padre persiguió como única razón la de seguir ejerciendo la violencia de género hacia su madre. Amplió el máximo dolor  que en una madre produce la violencia de género: la que se mediatiza a través de su hijo. Multiplicó sus efectos y los perpetuó cuando ya no se podía ejercer de forma más directa sobre ella: observar indefensa y abatida el asesinato de un hijo.

Víctimas invisibles

Sergio representa a los 7 hijos de la violencia de género asesinados por sus padres, a los huérfanos de la violencia de género y a los héroes  de la violencia de género que se han enfrentado a sus padres defendiendo a sus madres.  Pero también a los que en silencio estuvieron escondidos  y no nombrados.

Esa violencia de género que sufrieron en su infancia marco sus vidas.  Son los 73 huérfanos de la violencia de género en estos dos últimos  años, desde que se les nombra.  Pero también a los que no se nombraron y  fueron invisibles.

Y es que la  herencia que recibieron  fue el germen de la violencia de género de padres maltratadores. No en vano la Academia Americana de Pediatría (AAP) reconoce que “ser testigo de violencia de género puede ser tan traumático para el niño como ser víctima de abusos físicos o sexuales”

Ayudemos a deconstruir esta violencia que pasa de padres a hijos eliminando su  origen. Es necesario que se rompan en mil pedazos los roles de chicos y chicas basados en patrones patriarcales. Solo así avanzaremos hacia relaciones de pareja más igualitarias en nuestros menores.

Pensemos en  que los  menores no serán víctimas directas de la violencia de género en un futuro si  ha ganado definitivamente la igualdad frente al presente orden patriarcal que aún convive y que deriva en el cuándo se impone como rol aprendido y transmitido como el único posible.

Romper los patrones

Apostemos entonces por la educación en valores de igualdad. Esta apuesta sí que es segura pues ganará definitivamente la batalla contra la violencia de género.  Vamos a ello con nuestros hijos e hijas. Sin espera. Es  la herencia que tenemos que dejarles: un mundo en igualdad y sin violencia de género

Nos faltan Irina y Sergio. Hoy Sergio tendría nueve años e Irina, 38. Y esta es la realidad de la violencia de género. No la cuestionen. Es un débito a la Memoria de Sergio y  a lo que él representa.