Más del 90% de los niños y niñas con discapacidad en África no va a la escuela
“La educación es un derecho básico y además es imprescindible para el avance de las sociedades. Restringir el acceso a la educación es el principal mecanismo para transmitir la pobreza de generación en generación”
Sergio Aguado, coordinador regional en África Subsahariana de Save the Children
En África, la discapacidad está causada principalmente por enfermedades que se pueden prevenir. La mala nutrición y la falta de atención de salud prenatal también contribuyen a la discapacidad entre los recién nacidos y los niños. La falta de vitamina A en los bebés también puede causar discapacidades como la ceguera o la espina bífida. Otras causas de discapacidad en las niñas africanas son prácticas tradicionales como la mutilación genital femenina. Los conflictos armados y sus secuelas derivan en lesiones tanto físicas como psicológicas en niños y niñas.
Los niños con discapacidad están entre los más marginados de la sociedad y sus derechos son frecuentemente vulnerados. Están en la mayor parte de las ocasiones ausentes como destinatarios en las políticas públicas, en los planes de desarrollo y los programas de reducción de pobreza, lo que supone que muchos niños y niñas con discapacidad están relegados a vivir en una situación de extrema pobreza y abandono. Los niños que sufren alguna discapacidad tienen entre 4 y 5 veces más posibilidades de ser víctimas de violencia y abuso sexual.
Para ayudar a reintegrar en la escuela o formar en alguna profesión a niños y niñas con discapacidad o en situación de desprotección llevamos a cabo un programa en Senegal junto con la organización ENDA para mejorar el acceso a la escuela, dotarles de capacitación laboral, prestarles apoyo psicosocial e inscribirles en el registro civil si no lo están, en un país donde solo se registran la mitad de los nacimientos, más del 22% de los niños trabajan y que tiene una tasa de matrimonio infantil del 40%.
Sadio se desamayó un día y cuando despertó no podía mover las piernas.
No podía ver a mis hermanos ir a la escuela con sus mochilas. Los días de oración me colocaban en la puerta de casa y la gente me daba limosna. Lloraba…”
Cuando recuperó la movilidad era tarde para incorporarse a la escuela, así que a través de nuestro programa fue admitida en una escuela de jóvenes trabajadores, donde recuperó la confianza en sí misma aprendiendo junto con otras niñas técnicas de carpintería.
Casi 20.000 niños y niñas, como Sadio, han recibido formación profesional gracias a este programa, que además ha alfabetizado a más de 7.000 e inscrito a más de 600 niños en el registro civil. Actualmente Sadio está contenta trabajando en un taller de carpintería y su sueño es montar algún día su propio taller, en el que poder enseñar carpintería a otras niñas que quieran aprender este oficio.