Un Cervantes senegalés
Abba (Senegal. 1958) es senegalés y filólogo hispánico. Lo recalca, por ese orden, en el momento en el que tomas asiento para escuchar su historia (Bibliotecas Humanas en Vitoria-Gasteiz). Lo dice a modo de advertencia, “mi historia no es tan dura como la de aquellos que cruzan el estrecho en pateras. Eso es desgarrador”.
Rompiendo esquemas
Nuestro interlocutor es una persona experta en oratoria, de hecho, el título de su libro no podía ser más acertado “Un viejo que muere es una biblioteca que se quema hace referencia a la tradición oral africana, donde las historias sobreviven generaciones enteras gracias a la palabra”. Sabe medir perfectamente los tiempos y las pausas. “Mi historia comienza en un pequeño pueblo al norte de Senegal, frontera con Mauritania” Pueblo pequeño, gran familia. “Mi padre era un respetado líder espiritual musulmán, un imán” Precisamente por eso, su futuro estaba predestinado, ¿o no?
“Mi padre rompió con todos los convencionalismos al enviarme al colegio francés, sacándome de la escuela coránica. Francia era nuestra metrópoli y, por lo tanto, aquellos que optaban por una educación francesa eran considerados enemigos”
La vía diplomática
“Mi llegada al idioma español fue curiosa: tenía mucho interés por la música salsa. Comencé a dar cursos, hasta que finalmente llegué a la Universidad de Dakar y estudié Filología Hispánica” Su llegada a España también fue por puro azar “Tuve la suerte de aprovechar dos becas, en distintos periodos de mi vida. En 1994 estuve un mes en Valladolid. Ya en 2001 fueron 6 meses en Madrid, en la Universidad Complutense” Después no volvió a su país “Fui contratado primero por la Embajada y después por el Consulado de Senegal. Trabajaba ayudando a otros compatriotas a hacer sus papeles”
Como si de un texto cervantino se tratase, su relato está cargado de grandes dosis de bondad humana. Su excelente dominio del castellano transporta al “lector” a algunas de las páginas más cruentas de la historia de la humanidad, pero no se retrotrae al siglo XIX, se queda más cerca. “Aunque parezca mentira, aún hay esclavos en Mauritania. Allí es algo hereditario”. Abba considera que vive en una sociedad abierta, donde “personalmente” no ha conocido el racismo. “Es cierto que los autóctonos no se abren contigo desde el principio, pero no he tenido ningún problema”.
En Vitoria-Gasteiz trabaja incansablemente con varias organizaciones de derechos humanos para hacer de éste un mundo mejor.
“Muchos de los amigos senegaleses que vinieron a España tuvieron que sufrir lo indecible en su migración. He tenido suerte. Mi historia es distinta, pero es mi historia al fin y al cabo”
El proyecto de Bibliotecas Humanas nos ha enseñado que no hay dos historias paralelas en los procesos migratorios.