Su único delito: escapar de la violencia
Con 10 años huyó solo de Guatemala.
Con 10 años los niños y niñas deberían estar jugando, estudiando y soñando con qué quieren llegar a ser de mayores. Luis, con esa edad, está viajando solo, ha cruzado una frontera para escapar de la violencia y ha sido llevado a un centro de detención para menores.
En Centroamérica los índices de violencia son alarmantes y, unidos al nivel de pobreza que se vive en países como Guatemala, la única salida para miles de niños como Luis es emprender camino. Pero emprender un viaje así es iniciar un camino lleno de riesgos. Un 15% de las personas que integran la Caravana migrante que ha llegado a México y que espera cruzar la frontera con Estados Unidos son niños y niñas.
Luis ni siquiera pudo llegar tan lejos. Siendo aún un bebé perdió a su padre y jamás ha podido ir al colegio. En su casa en Guatemala sufría malos tratos y con tan solo 10 años decidió escapar en busca de un lugar mejor.
Sé que hay sitios donde se puede ir a la escuela y no te pegan. Quiero ir allí.
Inició el viaje con su prima de 9 años y su primo de 8. Los tres consiguieron cruzar la frontera con México atravesando el río Suchiate y poco después fueron detenidos y llevados a distintos centros de menores. Luis está solo en un país desconocido, separado de sus primos y sin saber qué será de su futuro. En el centro donde permanece a la espera de que se resuelva su situación recibe el apoyo del equipo de Save the Children que atiende a niños y niñas como él a diario. Allí tratamos de acompañarles y, a través de actividades y talleres, reciben el apoyo psicológico que necesitan para superar las situaciones traumáticas que han vivido.
A la angustia y el miedo que cualquier persona experimenta en un viaje tan peligroso y duro como este, en el caso de la infancia se añaden otros factores, especialmente cuando son niños y niñas que viajan solos sin la protección de sus familiares o conocidos. Al riesgo de sufrir agresiones violentas, abusos y violaciones se suma el hecho de que para todos ellos queda interrumpido el acceso a una educación y no hay prácticamente tiempo y espacio para algo tan esencial pero tan importante para los niños y niñas como es jugar.
Desde la llegada de la primera caravana migrante a la frontera con Guatemala, nuestro equipo en terreno ha establecido espacios seguros donde se brinda apoyo psicosocial a niños, niñas, y adolescentes. Además, hemos repartido más de 1.500 kits de higiene y dado información sobre protección infantil y derechos humanos.