¿Se puede luchar contra la inseguridad alimentaria?
Centroamérica se encuentra sumida en una crisis de inseguridad alimentaria. Esta crisis está creada por la plaga de roya en el café junto a las sequías que se han produjeron por los efectos del Niño, algo que ha convertido la zona en un corredor seco. Las familias están viendo cómo los ingresos descienden y la pobreza cada vez se hace más latente.
El precio de los granos básicos ha subido mucho, lo que debilita aun más el poder adquisitivo de las familias. En la región cerca de dos millones de personas depende de la producción de café como su principal fuente de ingresos.
Luz vive en una comunidad en El Salvador que depende totalmente de las plantaciones de café. Luz y su marido Víctor están luchando duramente para poder poner comida en la mesa cada día, pero durante el último año Víctor solo ha podido trabajar en periodos de 15 días durante, como máximo, tres veces al año. Antes trabajaba recogiendo café al menos seis meses al año.
“He dedicado mi vida a cuidar de mis hijos y de mi casa, pero ahora necesito ingresos. No podemos confiar en el café más. Antes de la plaga de roya en el café, cuando teníamos ingresos, podíamos comprar suficiente cantidad de comida. Ahora tenemos que racionalizarla. Simplemente no tenemos suficiente.
Me hubiera gustado que mi hijo mayor, cuando fuera mayor de edad, hubiera trabajado en una granja. Desde que era pequeño siempre le gustó. No sé si habrá trabajo para él cuando sea mayor. Si las granjas de las cooperativas empiezan a cultivar plantas sanas habrá un mejor futuro. Pero a día de hoy los campos son rastrojos.
Estoy preocupada porque no soy miembro de la cooperativa, así que no tenemos prioridad y hay muy pocos trabajos ahora; es difícil pensar que vayamos a tener un trabajo. Necesitamos buscar otra forma de ganar dinero. Mis padres no me animaron a estudiar, así que si pensamos en trabajar en otra cosa tiene que ser en una casa o algo así. No hay más opción. Eso no está bien pagado, y a veces te piden que tengas estudios.”
No quieren abandonar su comunidad porque temen por la seguridad de sus hijos si se mudan.
“Me siento mal porque estoy en lo más bajo, quiero que mi hijo apunte a lo más alto. No me planteo mudarme porque me preocupa la seguridad de nuestro hijo. Mientras buscamos un lugar mejor para vivir también podemos encontrar la muerte. La violencia nos está empujando a quedarnos en la misma situación de pobreza. Este es el único sitio donde me siento a salvo.
En nuestra comunidad los niños solo estudian primaria. Hay otra escuela a 30 minutos donde estudias secundaria. Ir andando ahí es arriesgado. Hay otra escuela que tiene una ruta más segura, pero es mucho más cara. Por eso necesito trabajar más duro. Esto significa que necesito más dinero para la educación de nuestros hijos.”
La salud de su hijo pequeño era cuanto menos preocupante, estaba perdiendo peso por problemas de alimentación. Esa situación ha cambiado, en los últimos seis meses su hijo ha ganado peso ya que han incluido en su dieta alimentos básicos como los huevos, el pollo y el conejo gracias al programa que está desarrollando ahí Save the Children.
“Me preocupa la salud de mis hijos. Más aun desde que mi hijo más pequeño, Víctor Junior, estaba por debajo de su peso. Los médicos no nos ayudaron mucho. De vez en cuando le daban una bebida de vitaminas, pero eso era todo. Sabíamos que necesitaba ganar más peso, pero no sabíamos qué hacer. Nos falta la comida.”
Hay muchos niños con malnutrición en nuestra comunidad por la falta de alimentos. Pero desde que Save the Children llegó a nuestra comunidad nuestras vidas han mejorado y mis hijos han ganado más peso. No es solo nuestra experiencia, es la experiencia de muchas casas. Del dinero que hemos ahorrado ahora podemos comprar arroz y maíz, podemos comer algo distinto a arroz y frijoles.”
Los conejos tan bien son buena carne. Nunca me hubiera animado a comer uno de estos animales antes de que Save the Children viniera. Nos enseñaron a preparar la carne. Antes los veíamos solo como mascotas. Pero las personas que recibieron los conejos les dijeron cómo animar al resto de la comunidad a hacer lo mismo. Nosotros fuimos seleccionados para recibir gallinas, pero la hermana de mi marido tenía conejos y nos dió algunos. Esperamos que se reproduzcan. Al principio no tenía sentido para mi comérmelos. Pero ahora estoy contenta. Tener gallinas y conejos ha cambiado todo para nosotros. Ahora comemos mejor.”
En El Salvador estamos ayudando a 2.600 familias localizadas en cuatro municipios. También estamos trabajando con el Programa Mundial de Alimentos para ayudar a otras 2.400 familias (11.154 personas) con actividades de Alimentos por trabajo. Cada familia trabaja 80 horas mensuales en la rehabilitación de espacios de la comunidad y a cambio reciben paquetes de alimentos. Cada familia va a recibir estos paquetes durante los próximos tres meses, por un total de 240 horas trabajadas.
“Save the Children ha hecho mucho por nosotros. Nos ha dado semillas para cultivar, verduras para comer, materiales para construir un gallinero. También recibimos materiales para construir un silo de maíz. Antes de tener un silo para el maíz no teníamos dónde poner el maíz, así que se desperdiciaba mucho. Las ratas se lo comían y quedaba envenenado. También hemos recibido un filtro para limpiar el agua de la lluvia.
Si no fuera por Save the Children habría más casos de malnutrición, más pobreza en la comunidad. Ha cambiado nuestras vidas. Save the Children ha cambiado mucho en nuestras vidas. No solo nos ha dado cosas, nos ha enseñado cómo usarlas bien: recetas para sacar el mayor provecho a la comida que tenemos; cómo variar la dieta para que nuestros hijos no estén desnutridos cuando hay poca comida. Nosotros no teníamos este conocimiento antes.”
Luz y Víctor se preocupan de sus hijos y saben qué futuro quieren para ellos
Mi deseo es que mis hijos sean capaces de estudiar y estar en una posición más alta a la que tengo yo ahora. Mi marido y yo nos lo hemos puesto como objetivo”.