
RODAINA E ISMAEL, DOS NIÑOS SUDANESES QUE RESISTEN
A LA MAYOR CRISIS HUMANITARIA DEL MUNDO
Rodaina quiere ser farmacéutica. Es una joven de 14 años de Sudán que acude todos los días al Espacio Amigable de la Infancia de Save the Children. En este espacio seguro juega al voleibol y al baloncesto con sus amigos, aprende, y disfruta de los nuevos libros.
Antes de que llegara la guerra de Sudán, que este año cumple su segundo aniversario, Rodaina cuenta que en su día a día se levantaba, se bañaba y se lavaba los dientes. Por las tardes, tomaba el té, veía la TV e iba al parque. “Teníamos una buena vida [hasta que comenzó la guerra] y vinimos aquí sin nada]. Esta niña vive ahora en la ciudad de Atbara, a 321 kilómetros de Omdurman, su ciudad de origen. Al igual que Rodaina, 6,5 millones de niñas y niños han tenido que huir de sus hogares para sobrevivir.
La guerra también ha dejado ya más de 29.000 víctimas y aproximadamente 14 millones de niños y niñas necesitan asistencia humanitaria, que representan 1 de cada 2 niños del país. Naciones Unidas advierte que Sudán es el país donde se está produciendo la mayor crisis humanitaria del mundo. “Dos años de violencia, de desplazamiento y un sufrimiento inimaginable. Los niños y niñas han sido testigo de la destrucción de sus hogares, escuelas y lugares de juego a causa de bombardeos, saqueos y ocupaciones. Y aun así, esta crisis no recibe la atención que merece, ni en los medios ni en la comunidad internacional”, explica nuestra responsable de emergencias, Alba Cuadra.
En los últimos meses, el país ha vivido un aumento de enfermedades, como el cólera, el sarampión y el dengue. Los diversos ataques al sistema eléctrico y de agua de algunas ciudades han obligado a los sudaneses a beber agua contaminada, lo que ha impulsado que crezca el número de personas enfermas. A esto se añaden los continuos bombardeos a los mercados, hospitales y campos de personas desplazadas que han provocado un colapso en el sistema de salud, impidiendo la atención a estas emergencias y servicios esenciales como la vacunación infantil y la atención materna.
Como Rodaina, Ismael es un niño de 13 años que dejó su hogar junto a sus padres y sus hermanos por la violencia. Llegaron a un centro para familias desplazadas, donde ahora están alojados. Rana, la madre de Ismael, cuenta que todos llegaron exhaustos y enfermos, y que estaba muy preocupada por la salud mental de sus hijos: “Estamos familiarizados con las guerras. Casi se volvió normal para nosotros. […] pero a los niños les ha afectado, se quedaban en blanco, desconectaban pero no permití que ese estado los dominara, intentaba interactuar con ellos para distraerlos”.


Sudán necesita más que nunca la ayuda de la comunidad internacional para hacer frente al hambre, a los fenómenos climáticos extremos, a los brotes de enfermedades, al deterioro económico y a la pérdida de aprendizaje que están sufriendo los niños y niñas. Hace unos meses, un estudio de Save the Children ya advertía que la hambruna del campo de refugiados de ZamZam podría ser también inminente para el resto del país si la violencia continuaba.
Cuando se confirmó la hambruna en Zamzam, fue solo la tercera vez en la historia que se declaró una hambruna desde que se estableció el sistema de monitoreo internacional de hambre IPC hace 20 años, diseñado para desencadenar una respuesta y prevenir una catástrofe de hambre.
“No nos podemos olvidar de la educación de estos niños y niñas porque sin ella no hay ningún futuro”, dice Cuadra. El conflicto ha convertido las escuelas en escombros o refugios para las personas desplazadas: 3.200 centros siguen ocupados por familias que huyeron de la violencia, mientras que el 80% permanecen cerradas. De los 17 millones de niños y niñas sin educación —10 millones de ellos escolarizados antes de la guerra—, muchos enfrentan un futuro truncado, sin aulas donde reconstruir sus vidas ni diplomas que acrediten sus estudios. "Esta crisis no solo roba el presente, sino que hipoteca el futuro de toda una generación", concluye nuestra responsable de emergencias.
Save the Children en Sudán
Save the Children trabaja en Sudán desde 1983. En coordinación con otras organizaciones locales, implementamos programas de salud, nutrición, agua, saneamiento, higiene, protección infantil, seguridad alimentaria, medios de vida y educación, además de atender a las emergencias.
Nuestra organización continúa prestando servicios esenciales en regiones gravemente afectadas por el conflicto como Jartum, Darfur del Norte, Darfur del Sur, Kordofán del Norte y Kordofán del Sur, sin dejar de lado el resto de programas de desarrollo en todo el país.
A pesar de esta alarmante situación, la crisis sigue siendo subestimada a nivel global, con una grave falta de financiación y obstáculos para el acceso humanitario. Desde Save the Children pedimos a la comunidad internacional que actúe con urgencia para detener las hostilidades y garantizar la vida de los millones de niños y niñas atrapados en esta guerra.