República Centroafricana, una [otra] crisis olvidada
Esta entrada ha sido escrita por nuestro compañero en República Centroafricana, Mark Kaye.
4.6 millones de personas. Toda la población de República Centroafricana -de la que el 50% son niños y niñas- está sufriendo las consecuencias de la escalada de violencia en su país.
El pasado mes de marzo, grupos armados llegaron a la capital, Bangui, aterrorizando a la población local y derrocando el gobierno.
A continuación, se sucedió el caos: saqueo de edificios, asesinato de civiles, violanción de mujeres y miles y miles de las personas más vulnerables fueron forzadas a huir de sus casas y a refugiarse en los bosques colindantes.
Cuatro meses después las cosas siguen estando igual de mal para la mayoría de la gente que vive aquí a pesar de que la inseguridad mejorar lentantemente. Lo sufieciente para que la población empiece a recuperar la esperanzar por la estabilidad.
Una esperanza que no cambia el hecho de que más de 200.000 personas se hayan convertido en desplazadas internas en su propio país mientras siguen apareciendo a diario casos de gente desaparecida o torturada.
Nada nuevo
Para la población de la República Centroafricana la situación actual no es, lamentablemente, nada nuevo. Incluso antes de la escalada de la violencia, el país se enfrentaba a una de las emergencias más silenciadas en el mundo.
Considerado por los informes y las estadísticas como uno de los países más pobres del mundo y con más de dos tercios de la población viviendo con menos de un dolar al día, solo existen en el mundo –segón el Índice de Desarrollo Humano- siete países donde se hace más difícil vivir que aquí.
Decir que crecer en República Centroafricana como niño o niña es duro, no puede sonar a nada más que un tímido eufemismo. Uno de cada diez niños no llega a su primer cumpleaños y apenas un 85% de los niños llega a los cinco años de edad.
A medida que la situación de inestabilidad se asienta más en la realidad de la población, los efectos a largo plazo se van haciendo más claros. La mayoría de los hogares han perdido sus reservas de comida en los saqueos o las han agotado mientras permanecían escondidos en el bosque. Los centros de salud y hospitales apensas cuentan con medicamentos, equipo y personal médico mientras crecen y crecen las necesidades de las familias frente a la desnutrición.
Ahora mismo, más de 1,5 millones de personas no saben de donde –ni como ni cuando- llegará la próxima comida."
Parece que la atención mundial solo se logra cuando las catástrofes son de proporciones espantosa. Desafortunadamente la República Centroafricana es, casi siempre, la excepción que confirma la regla.