Más experiencias en Costa de Marfíl
Si lo de ayer fue impresionante, no voy a encontrar palabras para describir lo que hemos vivido y experimentado hoy. Todavía ahora (son las doce y veinticuatro de la noche) estoy impactada.
Íbamos hacia Gogokro, un poblado a 150 km de Abidján en el que se ha reconstruido una escuela con la ayuda de Save the Children, a asistir a la inauguración de ésta. Y después de recorrer muchísimos kilómetros por una especie de autovía, nos hemos desviado por un camino de tierra repletito de socavones inundados, al final del cual nos ha sorprendido un recibimiento al más puro estilo “Bienvenido Mr. Marshall”: bandera de Costa de Marfil, banda de música interpretando su himno y niños a ambos lados del camino aplaudiéndonos (¿¡a nosotros!?).
Cuando hemos llegado a la explanada de la escuela, nos ha sorprendido una ceremonia de inauguración en la que jugábamos un papel destacadísimo (repito: ¿¡nosotros!?), con discursos e intervenciones del inspector educativo, el jefe del poblado ataviado con su traje típico, otras figuras de la administración, los profes de la escuela (sólo 3) y los miembros de Save the Children, hasta Elena y yo hemos tenido de intervenir a la hora de donar unos balones a la escuela!! (¡por fin hemos recuperado nuestras maletas!) Ha sido alucinante… La ceremonia ha estado repleta de simbolismos: han empezado con una cermonia de libación para simbolizar su unión con la tierra, el jefe del pueblo llevaba una túnica multicolor para representar todas las personas que han participado en la construcción de la escuela, a la hora de entregar las llaves se ha seguido un orden determinado: Save the Children- jefe del pueblo- director- niño; y, por si fuera poco, nos regalaron la mitad del camino de regreso a nuestras casas… ¿cabe más honor? Después hemos compartido con ellos una comida en su poblado; como curiosidad decir que hemos probado el agutí y el vino de palma, y sobrevivimos a esta hora… Se trata de una zona muchísimo más pobre que la que visitamos ayer, que ya nos impresionó, pero, comparándola con hoy podemos decir que era un “lujo”.
La verdad es que nos ha dejado con el corazón encogido ver cómo viven y qué acontecimiento ha supuesto para la comunidad el establecimiento aquí de la escuela. Por la tarde hemos visitado las tres clases de educación primaria (70 , 65 y 40 alumnos) y, por fin, hemos podido entregarles todo lo que traíamos de España para ellos: trabajos de nuestros alumnos, balones, globos, cometas, frisbies, etc. Parecía el día de los Reyes Magos pero multiplicado por un millón…Elena les ha contado un cuento ayudándose de dibujos y de un intérprete (al dialecto local, no todos los niños hablan francés), que ha dejado con la boca abierta incluso a los más creciditos… No sin esfuerzo, hemos conseguido despedirnos de todos ellos y volver a Abidján con el corazón lleno de estas gentes que te agradecen todo; incluso aquello que tú no eres consciente de haber hecho. Ha sido muy fuerte… En fin, os dejo por hoy, la cama me llama.
Besos a todos, María Luisa.