Las diferencias entre desnutrición crónica y aguda
La desnutrición es una condición que resulta de una dieta inadecuada o insuficiente y supone la carencia de calorías y de algunos nutrientes en el organismo. La desnutrición puede provocar enfermedades graves e implicar la muerte.
Uno de los grandes desafíos en los países en desarrollo es la desnutrición infantil. La desnutrición infantil es causada por múltiples factores, como la falta de acceso a alimentos, condiciones socioeconómicas precarias, prácticas alimentarias inadecuadas, carencia de agua potable, atención médica deficiente y bajos niveles educativos de los cuidadores.
La desnutrición supone una crisis de salud a escala mundial y los niños y niñas son más vulnerables: 275 millones de niños y niñas en el mundo tienen hambre.
Tipos de desnutrición: desnutrición aguda y crónica
La desnutrición aguda resulta de una reducción repentina de alimentación, debido a la falta de acceso a los alimentos o por una enfermedad, lo que provoca un grave descenso del peso. La desnutrición aguda aumenta considerablemente el riesgo de muerte en los niños y niñas, impide el crecimiento físico, mental e intelectual del menor, afectando la adquisición de habilidades y rendimiento académico.
Para identificar rápidamente la desnutrición aguda, en Save the Children trabajamos con una cinta llamada MUAC, que permite medir el diámetro del brazo y saber si hay malnutrición aguda severa o moderada. Funciona como un semáforo: cuando está verde, no hay riesgo; cuando está amarillo o naranja lo llamamos Malnutrición Aguda Moderada (MAM), y cuando está rojo, estamos en Malnutrición Aguda Severa (SAM).
La desnutrición crónica ocurre cuando una persona pasa meses o incluso años comiendo una dieta carente de nutrientes.
La desnutrición crónica se debe, principalmente, a la falta de nutrientes como la vitamina A, ácido fólico, yodo, proteínas o hierro, pero también inciden otros factores como, por ejemplo, la falta de acceso al agua potable. Esto provoca diarreas constantes que impiden una asimilación correcta de los nutrientes, dificultando todavía más la nutrición de los niños y niñas.
La desnutrición crónica causa un crecimiento atrofiado, afectando la madurez mental del niño o la niña. La desnutrición crónica, que afecta directamente a los niños y niñas, puede ser más “invisible”, ya que sus efectos a veces no son tan evidentes como en los casos de desnutrición aguda, que se identifican a menudo con signos como la delgadez extrema o el vientre hinchado.
La prevención de la desnutrición, pieza clave
La lucha contra la desnutrición pasa por garantizar una alimentación equilibrada y rica en nutrientes esenciales, junto con el acceso a servicios de salud, formación para madres y padres, alimentos terapéuticos y recursos básicos como agua potable y saneamiento adecuado.
Entre las estrategias clave destacan los programas de suplementación y la distribución de alimentos fortificados, medidas que han demostrado ser eficaces. El tratamiento depende de la gravedad y el tipo de desnutrición, e incluye desde suplementos nutricionales hasta la atención a enfermedades subyacentes y la mejora de las condiciones de vida de las personas afectadas.
Promover el bienestar nutricional no solo transforma vidas, sino que impulsa el desarrollo humano y económico, reforzando capacidades individuales y contribuyendo directamente a la reducción de la pobreza en las comunidades más vulnerables.