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La vuelta al cole... ¿para todos?

A millones de niños se les está robando la posibilidad de ir a la escuela por ser quiénes son o por venir de dónde vienen.

Estos niños y niñas sufren las consecuencias de sistemas escolares pobres, de la guerra y los desastres naturales. Ellos parece que están fuera del sistema educativo por ser pobres o por ser niñas. Esta desigualdad afecta cada vez más a los niños y niñas más vulnerables dejándoles atrás.

Sin una educación, estos niños, y sobre todo las niñas, no van a tener acceso a trabajos cualificados, a una carrera. Muchos no podrán mejorar sus vidas y seguirán viviendo el ciclo de la pobreza. Algo que no solo les afecta a ellos, sino a su salud, su familia y el crecimiento de su comunidad.

Volver a la escuela en Egipto.

Una segunda oportunidad

la historia de Sabrina

En todo el mundo muchos niños pobres tienen que dejar la escuela porque sus padres no pueden permitirse el lujo de apoyarlos. Sin educación, están condenados a repetir la historia de sus progenitores sin poder romper el círculo de la pobreza.

Sin embargo, puedes dar una segunda oportunidad a los niños y las niñas que están fuera del sistema educativo. En Egipto estamos ejecutando un programa que les ayuda a desarrollar habilidades y conocimientos que son vitales para mejorar su futuro. Incluso puedes ayudarles a que empiecen su propio negocio.

Este tipo de programas cambian la vida de los más jóvenes, el futuro de su familia y aumenta sus posibilidades.  

Sabrina no sabía el cambio que iba a dar su vida cuando cumpliera los 10 años. Ella fue a la escuela. Le gustaba aprender y estar con sus amigos. Tenía ambiciones para el futuro, ella quería ser médica. Pero entonces su padre enfermó.

Ella, al igual que sus hermanos y hermanas mayores, tuvo que dejar la escuela y empezar a ayudar en casa de cualquier forma posible. Para su familia la educación pasó a ser un lujo.

Fue una gran decepción para Sabrina, pero unos años más tarde, escuchó sobre el programa de Save the Children para ayudar a los jóvenes a continuar con su educación y mejorar sus oportunidades de vida.

 

Cuando me uní al proyecto, sentí que había vuelto a la escuela. Aprendimos a leer y escribir. También a ser responsables y colaborar con otros”

Aparte de estas habilidades básicas, Sabrina aprendió a elaborar un plan de negocio y decidió iniciar su propio negocio del cuidado de cabras. Cuando vendió sus cabras, aprovechó sus ganancias para iniciar otro nuevo negocio: criar patos.

Cuando Sabrina dejó la escuela a los 10 años, posiblemente no pensaba en sí misma como una futura dueña de negocios. Pero tres años después lo ha conseguido. Ahora está criando cabras y patos, algo que le aporta una renta muy necesaria para ella y para toda su familia.

LA EDUCACIÓN PREESCOLAR EN INDONESIA.

Los clubs de lectura

la historia de Angelita

En todas las casas se escucha un “¡Pagi, Pagi! Buenos días” mientras los jóvenes de Sumba, una isla en el este de Indonesia, van a la escuela y al jardín de infancia para un nuevo día lleno de conocimientos.

Pese a ser una de las islas menos desarrolladas del país, o quizá por eso, los niños aquí saben que tienen que estudiar. Y gracias a sus familias, su comunidad y todos vosotros, están trabajando duro para cambiar su futuro gracias a la educación.

Durante años en Save the Children hemos estado ejecutando programas vitales de educación en la isla, ayudando a los niños en edad preescolar a preparar las bases para llegar a primaria, y mejorar la calidad del aprendizaje de los niños más mayores.

Ma-ta-ha-ri. Sin-ga. Pi-sang” (Sol, león, plátano)

Son las 9:30 de la mañana del martes y el dedo de una niña de cinco años apunta con el dedo cada sílaba de las palabras de un libro. Es la hora de leer en el centro de aprendizaje temprano de Save the Children en la isla de Sumba.

En todo el mundo, más de la mitad de los niños de 3 a 6 años como Angelita, no reciben ningún tipo de educación antes de la escuela. Esta estadística es algo que en Save the Children no vamos a parar hasta que cambie.

Cada día de diario durante el periodo escolar, Angelita y otra docena de niños preescolares, visitan un hermoso centro de dos habitaciones. Su mañana está llena de actividades de lectura, canto y juego. El objetivo solo es uno: construir la base del aprendizaje y conocimiento para que estén preparados para la escuela primaria.

 

Desde hace más de un año, Angelita, de 9 años, ha estado participando en uno de nuestros clubs de lectura. Este programa es muy importante, ya que aumenta la alfabetización de niños de 7 a 9 años y les da habilidades para tener éxito incluso en sistemas escolares sobrecargados.

Personalmente, creo que aquí los niños no tenían acceso a muchas cosas antes de que Save the Children llegara. Ahora podemos ver cómo la calidad educativa ha mejorado significativamente para nuestros niños. Están más interesados en ir a la escuela”

María, madre de Angelita

INFANCIA REFUGIADA Y EDUCACIÓN

El derecho a ir a clase

la historia de Venetia y Tarek

Actualmente, el promedio de tiempo que pasa una persona refugiada siendo refugiada es de diecisiete años. Diecisiete años significan toda una infancia. Esta cifra resulta todavía más dramática si añadimos que más de la mitad de los 60 millones de personas desplazadas que existen en el mundo son menores de dieciocho años y que la mayoría de ellos no tienen derecho a una educación.  

Para los niños que han sido forzados a huir de la guerra o el conflicto, la educación debe proporcionar estabilidad y esperanza. Sin embargo, tienen cinco veces más posibilidades de no ir a la escuela que un niño que no sea refugiado.

En algunos países como Sudán del Sur, el país más nuevo del mundo, la guerra ha hecho que muchas familias tengan que huir. Ahora es el peor país a nivel de educación: 2 de cada 3 niños no van al colegio.

Para todos estos niños y niñas, ahora empieza una nueva batalla: la de su educación.

 

Siria llegó a tener una de las tasas de escolarización más alta del mundo, pero tras seis años de guerra, una de las consecuencias ha sido que el 25% de las escuelas desaparezcan. Además, los que han decidido huir, han perdido la estabilidad que la escuela le da a los niños y niñas.

Después de arriesgar su vida para hacer un peligroso viaje por mar, más de 60.000 refugiados y migrantes viven ahora en campamentos temporales en Grecia. Pese a lo difícil de la situación, muchas familias están tratando de seguir con su vida.

Tarek y su familia huyeron de Siria después de que su ciudad natal fuera bombardeada en 2013. Pasaron un tiempo en Turquía, donde el padre de Tarek, Basil, trabajó como decorador dos años. Después, la familia se movió hacia el norte de Grecia donde siguen esperando que se resuelva su solicitud de asilo.

Ellos son una de las miles de familias desesperadas que viven en campamentos, intentando dar a sus hijos la educación que necesitan para tener éxito cuando puedan llegar a Europa.

En el campamento las condiciones son muy difíciles. A los niños les encanta (la escuela) y se despiertan y quieren ir a la escuela. Yo veo que mi hijo tiene talento, pero estamos atrapados aquí y no hay nada que podamos hacer al respecto”

Tarek, su hijo de ocho años, está psicológicamente marcado por los recuerdos del bombardeo en Siria y ver los cadáveres en la calle. Tiene pesadillas y va al psicólogo en el campo.

La escuela ha pasado a ser un lugar que le inspira normalidad. Un sitio donde puede ser un niño y soñar con el futuro.

Tengo muchos amigos. Juego al futbol y al escondite. Cuando crezca quiero ser abogado. Para ayudar a la gente. Gente pobre que no tiene nada. No solo a los sirios, a todos.”

Tarek

LUCHAMOS POR ELIMINAR LAS BARRERAS.

En Save the Children estamos trabajando en los lugares más pobres, peligrosos y de difícil acceso. Juntos queremos ofrecer programas de educación de calidad que puedan dar a los niños y las niñas las bases del éxito en el aprendizaje y les ayuden a alcanzar un futuro mejor y más seguro. Este camino comienza en la escuela.

 

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