Estados unidos
El bloqueo de la frontera a los migrantes
es ilegal e ineficaz
Por David del Campo, director de Cooperación Internacional de Save the Children
Valeria ha muerto ahogada abrazada a su padre, Óscar. Solo tenía 1 año y 11 meses. Intentaban cruzar el río Bravo para entrar a EEUU. Nuevamente vemos que no hay frontera, muro, río o valla que frene la huida de las personas que huyen del infierno. Pobreza y violencia a partes iguales sacuden la región centroamericana, afectando de forma más cruenta a la infancia. Pretender invertir miles y miles de millones de dólares en acero o en hormigón para hacer un muro o llenar de policías las fronteras es ineficaz y solo sirve para que las mafias que trafican con personas sigan haciendo crecer sus ganancias con el lucrativo negocio de traficar con seres humanos.
Cuatro niños han muerto en menos de 7 días. El final del mes de junio ha vuelto a recordarnos que las fronteras matan y que solo las vías legales y seguras pueden evitar que miles de niños y niñas se jueguen la vida porque no cuenten con otra alternativa.
Constantin, otra de las recientes víctimas, con apenas cuatro meses de vida, no decidió recorrer los 11.000 kilómetros que separan Rumanía de Estados Unidos. Tampoco fue una elección fácil para su padre y su madre, que seguramente tomarían la decisión de llegar de forma irregular a Estados Unidos empujados por la pobreza y acompañados por el desconocimiento de los riesgos que corría la vida de Constantin y las suyas propias. Podemos imaginar que para llegar a tanto les movió su desesperación o, de alguna forma, fueron engañados.
Separar a un bebé de cuatro meses de sus padres es un acto ilegal, además de representar una enorme crueldad. Disuadir a los padres que intentan cruzar ilegalmente una frontera separándoles de sus hijos no es ninguna política migratoria ni de control de fronteras, es un ataque directo a la Convención sobre los Derechos del Niño, que es el tratado internacional de la Asamblea General de Naciones Unidas en el que se reconocen los derechos humanos básicos de los niños y niñas. Cualquier Gobierno o autoridad tiene la obligación de garantizar que no se incumpla en su territorio.
La situación en la frontera entre México y Estados Unidos
En Estados Unidos se está produciendo un hecho gravísimo, al articular medidas disuasorias como separar a miles de niños y niñas de sus familias o deportar menores. La primera medida que tiene que tomar un estado democrático es garantizar la protección básica a un niño o niña de cuatro meses (o más) que cruza irregularmente su frontera. Es exactamente lo mismo que haríamos con una persona que tras pasar de forma irregular a otro país manifieste heridas graves. Es este caso, lo primero es atenderla médicamente, luego vendrá su proceso administrativo migratorio.
Deportar menores o separar niños y niñas de sus padres además de ilegal es ineficaz. Si los padres de Constantin, o las decenas de miles de centroamericanos que intentan cruzar ilegalmente la frontera de Estados Unidos tuvieran una mínima opción legal y segura de hacerlo, aunque ello suponga esperar tres años hasta que se resuelva su expediente migratorio, optarían por esperar. Está claro que, si no existe ninguna opción legal, las únicas vías que les quedan son la irregulares.
Es conveniente recordar que este hecho de que solo existan formas irregulares se traduce en la creación de un enorme y lucrativo negocio ilegal en muchas partes del mundo, que se aprovecha de los más débiles y vulnerables, y que en la mayoría de los casos está en manos de las mismas organizaciones criminales que trafican con armas o drogas.
Cómo abordar el problema
Desde Save the Children venimos reclamando dos ejes de trabajo.
- En primer lugar, pedimos a los Gobiernos que cumplan con las leyes internacionales de protección de la infancia que ellos mismos firmaron y ratificaron. No puede haber “estados de excepción” para incumplir la Convención sobre los Derechos del Niño en ningún país o territorio.
- En segundo lugar, facilitar vías seguras y legales que impidan que las mafias que trafican con seres humanos puedan seguir haciendo negocio.
Un niño es un niño en cualquier situación o lugar. Constantin lo es, aunque sea a 11.000 kilómetros de donde nació y de donde no decidió salir. Nuestro deseo es que cuando sea mayor e intente comprender lo que le ocurrió nadie pueda explicárselo y entenderlo porque hayamos conseguido que este tipo de hechos no vuelvan a repetirse jamás.
Nuestro trabajo en la frontera entre EEUU y México
Save the Children trabaja a ambos lados de la frontera entre EEUU y México para proteger a la infancia en movimiento. En México atendemos a niños y niñas migrantes y refugiados procedentes de Centroamérica. En los últimos años se ha incrementado la presencia de menores de 18 años dentro de los flujos migratorios que transitan desde los países del Triángulo Norte hacia los Estados Unidos. Se estima que una tercera parte de los migrantes que ingresan por la frontera sur mexicana son niñas, niños y adolescentes, quienes por su edad y los motivos de su desplazamiento deberían contar con el mayor estándar de protección a sus derechos. Desde octubre de 2018 hemos instalado espacios seguros permanentes en las ciudades de Tapachula y Tijuana. En ellos lleva a cabo atención psicosocial, campañas de salud y talleres de medios de vida. Hasta la fecha, se ha atendido a más de 7.000 niños, niñas y adolescentes migrantes. Además, hemos capacitado a servidores públicos y organizaciones de la sociedad civil en protocolos de atención a la infancia migrante.
Save the Children también trabaja con los niños y las niñas migrantes y refugiados una vez que llegan a Estados Unidos. Nuestro trabajo en la frontera se centra en brindar ayuda humanitaria inmediata a los niños, niñas y familias recién llegados. Además, ejercemos presión política para que sean protegidos al llegar a Estados Unidos. Actualmente, estamos atendiendo a los niños y las niñas una vez que pasan el control de la Patrulla de Aduanas y Fronteras.
También continuamos abordando las causas profundas de la migración a través de nuestro trabajo en Centroamérica con programas de larga data que se centran principalmente en niños y adolescentes en El Salvador, Honduras, Guatemala y México.