Dar a luz en un campo de refugiados
“Siempre me gustó el nombre de Dala´s”, comenta Ibtisam mirando a su hija, a la que dio a luz hace apenas una semana en el hospital francés en el campo de refugiados de Zaatari, en Jordania.
Esa es su historia.
Estamos bien. Cuando estaba de parto pensaba en todas las personas a las que he perdido, en todos los que han sido asesinados que siempre me preguntaban cuándo llegaría Dala´a, cuando empezaría a vivir. Cerraba los ojos y los veía a todos delante de mi. Nada más que nació, no pude ocuparme de ella, no tenía energía. No podía cuidar de mi bebé. Pero al día siguiente había reunido todas mis fuerzas y por fin pude estar con ella. Ahora, estoy muy feliz, me cuesta encontrar las palabras para describir todo lo que siento. Mi marido es huérfano. Para nosotros, ella es el mejor regalo que podemos tener, lo más valioso que podríamos desear.
“Lo más duro fue dar a luz en un campo de refugiados”
Lo más duro de todo, de estar embarazada en Siria y después venir aquí, fue dar a luz en el campo de refugiados. Quiero dárselo todo a mi hija pero no puedo porque soy una refugiada y vivo en un campo. Aquí los niños están excluidos. Mi sobrino, de un año, debería estar empezando a aprender a caminar pero no puedo, aquí no hay nada en lo que apoyarse. Vivimos en tiendas de campaña.
A los bebés les nacen los dientes más tarde de lo que deberían. Algunos de los adultos están perdiendo sus dientes. La última vez que comí fue ayer por la mañana en el desayuno. Hay comida suficiente (Save the Children los distribuye del Programa Mundial de Alimentos cada dos semanas) pero siempre es lo mismo, lo que acaba por quitarme el apetito. Ahora puedes comprar cualquier cosa en el campo pero necesitas dinero y nosotros no tenemos nada. Trato de no pensar en ello demasiado, en si me estoy alimentando bien para dar el pecho a mi hija. Hasta ahora no he tenido problemas con ello. En Siria comía mejor y teníamos más comida. Todo era incluso más caro en Dara´a pero comía lo que necesitaba.
La tensión del conflicto y las consecuencias en las mujeres embarazadas
He sufrido cuatro abortos naturales, uno de ellos, era de gemelos. Aborté dos veces después de que comenzase la guerra. Dala´a es mi primer bebé. El embarazo fue difícil, sobre todo por el estado mental y psicológico en el que me encontraba. Fue duro. Mi madre murió en 2009. Siento mucho que ella no esté aquí para conocer a mi primera hija.”
Nos fuimos de Siria y cruzamos la frontera a finales de 2012. Escapar de Siria fue duro. El Ejército de Liberación de Siria nos ayudó a cruzar la frontera, nos llevaron mitad del trayecto en coche y después caminé durante el resto del trayecto. Éramos yo, mi marido y mis hermanas. Al principio no quería dejar mi pueblo, Dara´a, pero mi marido me convención. Cerca del lugar donde cruzamos la frontera hay una base militar, si nos hubieran visto u oído, nos habrían disparado. No se que hubiera pasado si siguiéramos en Siria. Seguramente hubiera dado a luz en el refugio. Y todo habría quedado en las manos de Dios. Ya no quedan hospitales ni clínicas en Siria.
Pensaba que iba a perder al bebé. He perdido cuatro antes. Pero estuve ayudando a otras personas en Siria y tenía la esperanza de que Dios me permitiera tener a este bebé. He hecho cursos de enfermería, cinco, pero siempre lo mantuve en secreto diciendo a mi familia que iba a ver a mi tía. Mi último curso fue sobre salud en emergencias, como frenar un sangrado intenso, como tratar heridas de bala y como retirar las balas del cuerpo humano. Solía hacer incluso las revisiones a las mujeres embarazadas. Estuve trabajando como voluntaria con un médico desde el principio de la guerra. Solía almacenar medicamentos en mi casa en el caso de que la clínica fuese atacada.
Centros de atención para mamás y bebés en el campo de refugiados
Antes de dar a luz, había ido más de tres veces a los centros de Save the Chidren para madres y bebés. Todo el mundo era más mayor que yo. Sabía muchas cosas de las que me explicaban allí pero necesitaba que me lo confirmaran y escucharlo por parte de un profesional y de otras personas que ya habían dado a luz antes. En estos centros se comparte la experiencia entre profesionales y mujeres de la comunidad. Ahora por ejemplo, se como tengo que coger y cuidar a mi bebé nada más nacer; he aprendido todo sobre lactancia exclusiva, no sabía que tenía que darle el pecho desde el principio. Allí me di cuenta de que muchas mujeres no sabían nada en absoluto sobre lactancia y maternidad.
Save the Children en Jordania coordina dos centros en el campo de refugiados de Zaatari donde acuden más de 150 mujeres cada día. Desde que comenzara el proyecto en diciembre de 2012, los profesionales han atendido a más de 2.000 mujeres.