DANA: el impacto en la salud mental de la infancia y cómo ayudar a niños y niñas
La salud mental de los niños niñas y adolescentes que han sido afectados por la DANA también es un tema prioritario. Tras la devastación y los cambios repentinos en su entorno, muchos niños y niñas enfrentan miedos, pérdidas y, en algunos casos, una gran incertidumbre sobre el futuro. Hemos estado observando de cerca el impacto de esta crisis en la infancia, y destacamos la necesidad de proporcionar a la infancia un entorno de apoyo emocional adecuado que les permita procesar lo sucedido y recuperar cuanto antes su seguridad.
Desde Save the Children hemos compartido pautas para que madres y padres sepan cómo acompañar a sus hijos e hijas en estas circunstancias. Estos consejos están enfocados en crear un ambiente seguro, fomentar la comunicación adaptada a su edad y brindar apoyo emocional.
ESTABLECER UN ENTORNO SEGURO
Uno de los pasos más importantes es mantener una rutina constante. Establecer horarios regulares para las comidas, el sueño y el juego ayuda a los niños y niñas a recuperar una sensación de normalidad. También es fundamental habilitar un espacio seguro en el hogar, donde los niños y las niñas puedan sentirse protegidos, rodeados de sus juguetes y objetos familiares. Además, los familiares deben reafirmar su apoyo emocional a través de frases como “Estoy aquí contigo” o “Si necesitas hablar, cuenta conmigo”. Esta reafirmación constante les transmite seguridad y les hace sentir acompañados.
COMUNICACIÓN ADAPTADA A LA EDAD
Cada etapa de desarrollo infantil requiere una comunicación específica y adaptada. Es importante explicar lo sucedido de manera clara y sencilla, evitando detalles que puedan asustarlos. Por ejemplo, un adolescente de 14 años puede recibir explicaciones más detalladas y los familiares pueden responder a sus preguntas específicas en privado, mientras que un niño o una niña de seis años solo debe recibir la información básica y sin alarmismo.
Apoyo emocional y herramientas creativas
Fomentar espacios para que los niños y las niñas expresen sus emociones es esencial. Sugerimos utilizar juegos y dibujos como herramientas para que los pequeños puedan expresar su tristeza, miedo o confusión sin necesidad de verbalizarlo, ya que en ocasiones las palabras pueden ser limitantes. Actividades como pintar, hacer manualidades o modelar con plastilina les permiten liberar sus emociones de forma no verbal y terapéutica.
Otro aspecto relevante es proteger a los niños y niñas de la exposición excesiva a la información. La repetición constante de imágenes o noticias relacionadas con la catástrofe puede aumentar su ansiedad. Es fundamental supervisar el acceso a estas informaciones y brindarles una visión positiva, resaltando las acciones de solidaridad y los esfuerzos para mejorar la situación.
Autocuidado familiar y ayuda profesional
Para brindar el mejor apoyo, madres y padres deben también cuidar su propia salud emocional. La ansiedad de los adultos puede influir en los niños y las niñas, quienes son especialmente perceptivos al estado emocional de sus cuidadores. Buscar momentos de autocuidado permite que los adultos gestionen mejor sus propias emociones y puedan ofrecer un apoyo más sólido.
Si un niño o niña muestra síntomas de estrés prolongado, como pesadillas, aislamiento o llanto recurrente, recomendamos buscar ayuda profesional. La intervención de un psicólogo infantil puede ser fundamental para superar estos síntomas y evitar que se conviertan en problemas más graves.
Un enfoque integral para la recuperación
Según Verónica Collado, una de nuestras psicólogas en Valencia, la infancia es un colectivo vulnerable a nivel psicológico y, en contextos de crisis como la DANA, es común observar mutismo, pesadillas recurrentes o miedo a salir de casa. Por eso, enfatiza que no debemos subestimar la importancia de observar y darles espacio para que procesen lo sucedido, escuchando activamente incluso cuando ellos no verbalicen sus sentimientos.
El apoyo emocional es un pilar crucial en la recuperación de los niños afectados por la DANA. Con paciencia, dedicación y las pautas adecuadas, los adultos pueden ofrecer a sus hijos e hijas la seguridad y el consuelo que necesitan para enfrentar las secuelas de esta experiencia y avanzar hacia la calma y la resiliencia en su entorno.