Cuando no creemos a los niños y niñas
Lo cierto es que emocionalmente es más fácil pensar que el o la menor fantasea que enfrentarse a la dureza de un abuso sexual cercano. Ya sea por esto, por evitarse las complicaciones derivadas de una notificación, o porque no se activaron adecuadamente los protocolos existentes, en las 203 sentencias estudiadas tan sólo el 15% de los centros escolares en los que el niño o niña comunicó que estaba sufriendo abusos sexuales lo notificó a las autoridades. Un dato que ratifica lo que nos han contado las personas expertas entrevistadas: la escuela, siendo un espacio privilegiado para detectar abusos, no hace lo suficiente.
La historia de Lucía
Lucía tenía 8 años cuando le comentó a su profesora que la pareja de su madre le hacía cosas que no le gustaban. La profesora, sin ningún tipo de formación o conocimiento sobre abusos sexuales, pensó que la niña fantaseaba y decidió no notificarlo al no ser consciente de que no es a un profesor al que le corresponde decidir qué es verdad y qué es mentira.
Con 9 años Lucía fue ingresada en el hospital a consecuencia de los maltratos y abusos causados por la pareja de su madre. Cuando una técnica del servicio de protección de menores fue a visitar a Lucía al hospital, se encontró a los pies de su cama a una mujer que lloraba desconsoladamente porque un año antes pensó que Lucía mentía.
La importancia de detectar el abuso a tiempo
Tras detectar y creer, el tercer paso es notificar o denunciar. Hay una realidad muy concreta que muestra la necesidad de contar con un mayor protagonismo de las escuelas en la detección del abuso. En la mayoría de las ocasiones, si la madre es conocedora de los hechos, actúa como adulta protectora y lleva a cabo las acciones necesarias para proteger a sus hijos e hijas. Sin embargo, en algunas ocasiones la madre (u otro adulto responsable) ha tenido conocimiento de lo sucedido pero el miedo a la pareja, el estigma social que puede provocar el abuso sexual, el riesgo de desestructuración familiar, la dependencia económica o la relativización del abuso por haber sido ella misma abusada de pequeña, tienen como consecuencia que opte por el silencio.
Se necesita incluir la formación sobre violencia y protección de la infancia en los currículums formativos de maestros, profesores y directores de centros educativos y se dote a todos los colegios de un protocolo de detección y gestión de casos de violencia contra la infancia. Pídele al Gobierno que lo haga. Firma nuestra petición.
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