Contra la
mutilación genital femenina
En el contexto del Día Internacional de la Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina (MGF) debemos recordar que cada año más de 3 millones de niñas corren el riesgo de sufrir esta agresión y que por culpa de la Covid-19 muchos de los programas de prevención de esta terrible lacra han sufrido retrasos o han desaparecido en algunos países.
Según las proyecciones realizadas por el Fondo de Población para Naciones Unidas (UNFPA), el cierre de las escuelas, la suspensión de los programas para prevenir la mutilación genital femenina y la crisis económica mundial provocada por la pandemia pueden hacer que 2 millones de niñas más sufran esta horrible práctica. Casos que, de otro modo, podrían haberse evitado.
200 millones de mujeres y niñas han sufrido mutilación genital
En España, el Ministerio de Igualdad estima que 3.652 niñas menores de 14 años están en riesgo de sufrir mutilación genital femenina en nuestro territorio. Por este motivo, desde Save the Children estamos impulsando el Anteproyecto de Ley Orgánica de Protección de la Infancia y la Adolescencia frente a la Violencia, que está actualmente en tramitación e incluye como tipo de violencia la mutilación genital femenina. Es fundamental contar con herramientas para prevenir esta horrible forma de violencia contra las niñas.
Como cifra global, en todo el mundo hay más de 200 millones de mujeres y niñas que han sufrido mutilación genital, según datos de Naciones Unidas. La mitad de todas ellas residen en tan solo tres países: Etiopía, Egipto e Indonesia. Estas prácticas dañinas son realizadas sin las mínimas condiciones higiénicas y con cuchillas u otros instrumentos cortantes sin esterilizar, sin ningún tipo de anestesia o sólo con pastillas para paliar el dolor.
Para Save the Children esta forma de violencia basada en el género, que discrimina a las mujeres y niñas, constituye una terrible vulneración de los derechos fundamentales. La mutilación no solo las expone a graves traumas físicos y psicológicos, sino que también pone en grave peligro su vida.
En las comunidades donde continúa arraigada, esta forma extrema de violencia hacia las niñas está directamente vinculada a tradiciones culturales y sociales como el matrimonio forzoso y la transición de las niñas a la edad adulta; en otras ocasiones a esta práctica se le atribuye una base religiosa. Aunque la edad varía según el grupo étnico y la ubicación geográfica, se estima que cerca de 44 millones de niñas menores de 14 años han sido víctimas de esta agresión, principalmente en Gambia, Mauritania e Indonesia.
La pandemia pone en peligro los avances logrados
Los programas que promueven el abandono de esta práctica estaban teniendo éxito y se esperaba que, con su impulso y con otros factores favorables como el aumento del acceso a la educación, se evitarían 46,5 millones de casos en los próximos treinta años. Sin embargo, con la Covid-19 corremos el riesgo de revertir todo el progreso que hemos logrado, a medida que en algunos países los espacios cívicos se vuelven más restringidos y la atención e inversiones públicas se centran casi exclusivamente en la contención de la pandemia. Esto irá en detrimento de las prioridades esenciales clave, como el acceso de las niñas a los servicios de salud sexual y reproductiva, educación, servicios de protección social y el espacio para que sus voces sean escuchadas.
trabajamos para defender los derechos de las niñas
En Save the Children trabajamos desde hace más de 25 años defendiendo los derechos de las niñas en países como Etiopía, Senegal, Sierra Leona, Malí, Gambia o Guinea, donde la mutilación genital femenina está profundamente arraigada pese a, en algunos casos, tener una ley que la prohíbe expresamente.
Nuestro trabajo de centra en sensibilizar a las comunidades para que pongan fin a las prácticas que vulneran los derechos de las niñas como la mutilación genital femenina o el matrimonio forzoso de niñas. En Save the Children explicamos a las personas encargadas de realizar la mutilación y a los líderes religiosos y políticos el impacto que tiene esta práctica en la salud y el bienestar psicológico de las niñas y, del mismo modo, proporcionamos asesoramiento psicosocial a las víctimas. En nuestros programas también hay actividades con acceso a información sexual y reproductiva, servicios, educación y talleres sobre empleo para que las niñas y adolescentes que sufren discriminación y violencia solo por ser niñas tengan oportunidades para continuar su desarrollo.