Me llamo Zahra, era una niña...
La historia que presentamos en el cómic Me llamo Zahra, era una niña es una de las muchas que escuchamos todos los días de los miles de niños y niñas migrantes en el noreste de Siria, que permanecen abandonados y sufren la estigmatización asociada a la vinculación de sus familias con el ISIS. La mayoría son demasiado jóvenes para comprender por qué el mundo les rechaza.
La historia de Zahra es desgarradora y sus derechos no pueden seguir siendo vulnerados.
Después de haber apoyado y escuchado a niños y niñas como ella, podemos afirmar que:
• Los menores de nacionalidad extranjera en Siria son víctimas inocentes del conflicto y deben ser tratados como tales. Como millones de niños y niñas sirios han vivido conflictos, bombardeos, privaciones graves y necesitan una ayuda especializada para recuperarse de sus experiencias y volver a la normalidad, algo es imposible en campos de refugiados y centros de detención desbordados.
• Los Gobiernos extranjeros tienen la obligación legal de “tomar las medidas necesarias y razonables para intervenir a favor de sus ciudadanos en el extranjero, en caso de que haya motivos razonables para creer que se enfrentan a una flagrante violación del derecho internacional de los derechos humanos. Esto incluye la denegación flagrante de justicia, la imposición de la pena de muerte, la tortura o tratos crueles, inhumanos o degradantes, la violencia sexual o la privación de libertad como grave violación de las normas de derechos humanos, incluida la detención arbitraria, la detención en régimen de incomunicación y la detención que no cumple con los estándares más básicos de humanidad”, según el análisis legal del Alto Comisionado de Naciones Unidas.
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