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NO HAY LIBROS
El libro es un rincón en el que nos refugiamos, nos evadimos y soñamos con otras vidas pero en muchos lugares del mundo no pueden disfrutarlos porque son un recurso escaso. La pobreza y las desigualdades sociales obligan a las familias a elegir entre un trozo de pan o un libro.
La infancia lleva años sufriendo grandes crisis humanitarias en países como Sudán, el Territorio Palestino Ocupado, Siria, Afganistán. Según los datos recogidos por la Agencia de la ONU para las personas refugiadas en octubre de 2023, 114 millones de personas estaban desplazadas. Además, el 40% de esta cifra corresponde a los menores de edad que se han visto forzados a huir.
Estas crisis humanitarias han provocado que millones de niños y niñas dejen atrás no sólo sus casas sino también sus vidas. En nuestro último informe No a la guerra contra la infancia hemos encontrado que “en el año 2022 el número de atentados registrados contra escuelas y hospitales aumentó un 74%. La destrucción de la infraestructura educativa producida por la guerra ha puesto en peligro el futuro de la infancia”.
La historia de Laila y Saleh, una niña y un niño que solo quieren estudiar
Para sobrevivir, mucho niños y niñas deben abandonar sus estudios para ayudar a sus padres en el trabajo y pierden la oportunidad de desarrollarse con normalidad. Es la historia de Laila, una niña afgana de 12 años. Su familia tuvo que vender sus pertenencias y marcharse de su hogar para sobrevivir tras la muerte de su padre.
Ella nos contaba que para mantener su familia ayudaba a su madre limpiando casas o lavando ropa. Trabajaba desde el amanecer hasta el atardecer y apenas ganaba suficiente dinero para comprar té o ropa de abrigo. “La educación es importante para nosotros porque no tenemos casa ni nada. Hemos sido desplazados y nos movemos de un lugar a otro. Los niños y niñas necesitamos ir a la escuela para recibir una educación y ayudar a otros niños y niñas”.
Ahora, Laila asiste al Child Friendly Space de Save the Children, un centro infantil donde aprende y juega junto a otras niñas del campamento.
La vida de Saleh se parece a la de Laila. A sus 15 años de edad ha vivido estos últimos años en Siria marcados por el desplazamiento y la pérdida. Después de que se viera obligada a huir a un campo de refugiados tras la muerte de algunos miembros de su familia, se ha enfrentado un sinfín de obstáculos: fue operado de una herida de bala que le dejó una pierna corta, tiene dificultades para desplazarse y asistir a la escuela.
Para él, los libros son más que unas simples hojas de papel. Sin ellos, no puede continuar con sus estudios: "no hay una escuela en el campamento y yo necesito seguir estudiando y aprobar para tener éxito. Quiero ser médico y garantizar una buena vida para mis hermanos".
Igual que Laila y Saleh, millones de niños y niñas desean seguir aprendiendo para hacer realidad sus sueños. En el año 2022, en Save the Children contribuimos a la educación de 11,3M de personas, incluidos 9,2 millones de niños y niñas. La educación no es un privilegio ni un lujo. Queremos que el conocimiento sea accesible para los niños y niñas más vulnerables sin excepciones y que ni la pobreza ni los conflictos sean impedimento para su correcto desarrollo.