1000 días de infierno: una joven siria nos cuenta su historia
Walaa tiene 17 años y hoy vive refugiada en Amman, Jordania. Aprendió inglés en la escuela en Siria y escribió este artículo para nosotros ayer, cuando se cumplían 1000 días de conflicto en su país.
- Una noche oscura y triste, una noche sin luna, estaba con mi familia en nuestra casa en Siria, preparando comida para cenar todos juntos. De pronto se fue la luz y dominó la oscuridad, un instante después el cielo brillaba, pero no por la luna sino por la luz de una explosión. La luz se fue y todo lo que pudimos escuchar fueron gritos. Otra explosión y los gritos se hicieron más y más fuertes. La muerte nos rodeaba y nosotros esperábamos nuestro turno. Mis hermanos pequeños empezaron a llorar y yo tuve que ser fuerte por ellos. Pero yo también tenía miedo.
La noche que comenzó la guerra
La noche del 24 de abril de 2011 huimos para estar más seguro en casa de nuestro abuelos. En el trayecto, todo lo que pudimos ver fue muerte, todo lo que pudimos escuchar fueron gritos y todo lo que pudimos oler fue sangre. Habíamos perdido nuestra casa y estábamos en la calle.
Después de esa noche, durante un año y medio, los nueve vivimos juntos en una habitación. Pero también se llevaron aquella habitación, con una gran explosión. Tuvimos que dejar entonces la casa de los abuelos y vinimos a Jordania. Dejamos nuestros colegios, nuestra educación, nuestros amigos y lo perdimos todo.
Dejamos de ser niños"
En Jordania, hemos tenido que cambiar de casa dos veces en solo tres meses porque los alquilers son muy caros aquí y mis padres no pueden pagalo. Ya no tenemos escuela porque nuestros padres no pueden trabajar aquí, muchos sirios no pueden hacerlo. Hemos dejado de ser niños: somos personas mayores en cuerpos de niños.
Los niños y niñas sirios ya no piensan en divertirse o jugar o hacer amigos: tienes cosas más importantes sobre las que preocuparse. Todo lo que piensan es en ir a dormir sin hambre, sin sed, sin frío. Y en si tendrán un sitio donde dormir mañana o tendrán que dormir en la calle porque sus padres ya no pueden pagar el alquiler.
Cuando llegamos para registrarnos (como refugiados) había mucha gente, multitudes de niños y niñas que habían perdido su educación, sus amigos y sus familias. Había mucha gente discutiendo. No les puedo culpar: tienen miedo por sus hijos.
Al menos aquí estamos seguros"
Cada vez hay más matrimonios infantiles, lo que hace que muchas niñas ya no puedan continuar con sus estudios. Pero al menos aquí estamos seguros. La situación en Siria empeora cada día. Allí, nadie tiene sus necesidades cubiertas. Lo necesitan todo, desde casa a comida, atención sanitaria y medicina, ropa, libros, colegios, una estufa que les de calor e incluso agua.
Los niños no piden jugar y divertirse o estudiar o aprender, solo piden el derecho a vivir.
Todavía no puedo creer lo que ha sucedido. Parece una pesadilla de la que no me puedo despertar. Ojala alguien me pudiera despertar de todo esto. ¿Es real que he dejado mi casa, mi escuela, mi familia, mis amigos y mi país?
No puedo soportar vivir sin mi país
No puedo seguir viendo a la gente siria sufriendo. Han sido ya 1.000 días y, ¿cuánto sufrimiento más se necesita para que todo este conflicto se acabe?
Mis amigos y mi familia están todavía dentro de Siria, perdonadme por favor por estar a salvo mientras que vosotros seguís en peligro.
Pido a todos aquellos que lean esto que ayuden a la gente dentro de Siria. Necesitan ayuda, más de la que podéis imaginar. Todos los niños y niñas tienen el derecho a vivir y a un futuro, ¿y ellos no?